La cita, en un hermoso día primaveral, fue para visitar el renovado Museo Arqueológico. La remodelación es impresionante; tres kilómetros de salas dotadas de audiovisuales, videos explicativos y vitrinas custodiando tesoros que nos llevan desde la prehistoria a la edad moderna.
Hemos pasado desde los primeros instrumentos de piedra, el hueso, la cerámica hasta el bronce.
Los cambios sociales, la romanización, la decoración arquitectónica andalusí y mudejar, el mundo fenicio, visigodo o griego, el imperio de los Austria y, cómo no, el universo egipcio.
Especial atención en los "diez imprescindibles" del museo, muy admirados y detalladamente explicado por los guías que acompañan a los numerosos grupos.
Pero después de más de dos horas de visita, las piernas se resienten, y no está de más hacer un alto para poder llegar hasta el final de la visita.
Nos despedimos del Arqueológico con la firme intención de volver el próximo curso a dar otra vuelta para disfrutar de este magnifico museo que en Madrid tenemos, imprescindible, cuya visita recomendamos de forma entusiasta, pues a nadie defraudará.
Cerramos la visita en la réplica de las Cuevas de Altamira y paseando el agradable jardín que adorna las zonas aledañas.
En el paseo de Recoletos hicimos un alto en "Mas Q Menos" para hacer tiempo hasta la hora de comer y tomar el esperado aperitivo, por cierto, con unas estupendas tostas de jamón y anchoas que a esa hora y después de la caminata, nos supieron a gloria.
La comida, y con Alejandro incorporado al grupo, corrió a cargo del Café Gijón, un local tan emblemático y agradable como siempre.
Y como la tarde primaveral invitaba al paseo, no nos resistimos y aprovechamos para visitar la Feria de Libro Antiguo y de Ocasión: ojeamos y hojeamos libros, cuadernillos, recortables... que nos hicieron volver la vista al pasado y recordar tiempos pretéritos y, al final, compramos algunos.
Caminando, despacio y disfrutando de las librerías, poco concurridas a esas horas, la Feria nos llevó hasta la plaza de Cibeles.
Desde allí, por la calle de Alcalá hacía la Puerta de la Independencia, con parada para tomar un café en el Pub Irlandes con vocaciones literarias, en el que permanecimos un rato, para ver si nos llegaba la inspiración de los magníficos escritores cuyos nombres e imágenes "habitan" el lugar.
Dimos por terminada la salida cuando tomamos el bus en la Puerta de Alcala, y contentos y animados nos dirigimos a la tertulia para reunirnos con los demás tertuliamos.
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