Eduardo Mendoza, el escritor serio más divertido de la literatura
española, había levantado expectación en torno al discurso que iba a pronunciar en El Paraninfo de Alcalá de Henares durante la
ceremonia de entrega del Premio Cervantes.
A su llegada
a la universidad dijo haber traído a la familia para que le criticasen y a los
amigos, para que le hicieran la ola.
Tras la presentación del ministro de
Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, el
autor inició su intervención diciendo: "No creo equivocarme si digo que la posición que
ocupo es envidiable para todo el mundo menos para mí", bromeó. "Un
premio de esta importancia no es fácil de asimilar sin orgullo ni modestia. No
peco de insincero si digo que nunca creí recibirlo",y se lanzó a recordar las cuatro
veces que ha leído el Quijote de cabo a rabo.
La primera, dijo, fue por
obligación del hermano Anselmo en el curso de 1959-1960, durante el curso de
Lengua y Literatura. Por entonces ya sabía que quería escribir. “Las vocaciones
tempranas”, aclaró, “son árboles con muchas hojas, poco tronco y ninguna raíz”.
La segunda vez fue, “lo que
en tiempos de Cervantes se llamaba bachiller, quizá un licenciado, lo que hoy
se llama un joven cualificado, y lo que en todas las épocas se ha llamado un
tonto”. Al instante se identificó con el Caballero de la Triste Figura en
cuanto ser de “idealismo desencaminado”. “Un héroe épico”, explicó, “se vuelve un
pelma cuando ya ha hecho lo suyo. En cambio, un héroe trágico nunca deja de ser
un héroe, porque es un héroe que se equivoca. Y en eso a don Quijote, como a
mí, no nos ganaba nadie”
Si en la tercera lectura, que
ya tenía de cierto éxito literario, fue el humor lo que cautivo al autor de Sin noticias de Gurb, en
la cuarta, realizada hace solo unos meses con motivo del premio que recibía hoy,
la pregunta que le asaltó fue la más sencilla: ¿está loco don
Quijote? “Mi conclusión”, dijo, “es que don Quijote
está realmente loco, pero sabe que lo está, y también sabe que los demás están
cuerdos y, en consecuencia, le dejarán hacer cualquier disparate que le pase
por la cabeza”. Y añadió: “Es justo lo contrario de lo que me ocurre a mí. Yo
creo ser un modelo de sensatez y creo que los demás están como una regadera, y
por este motivo vivo perplejo, atemorizado y descontento de cómo va el mundo”.
"Vivimos un cambio
radical que afecta al conocimiento a la cultura, a las relaciones humanas, en
definitiva, a nuestra manera de estar en el mundo. Pero al decir esto no
pretendo ser alarmista. Este cambio está ahí, pero no tiene por qué ser nocivo,
ni brusco, ni traumático".
El protagonista de la
ceremonia se despidió mostrando su "profunda gratitud y alegría" y
prometió seguir siendo lo que siempre ha sido: "Eduardo Mendoza, de profesión sus
labores".
Este viernes, en la noche de los libros, Mendoza a partir de las 18:00 horas, inaugurará la Lectura Continuada del Quijote en el Círculo de Bellas Artes.
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