PINCELADAS Y TRAZOS. FORTUNY EN EL MUSEO DEL PRADO


Fortuny dominó cada una de las técnicas que usó. 
Se sumergió en todo, o en casi todo: óleo, dibujo, aguafuerte, acuarela...

(Reus, Tarragona, 1838-Roma, 1874) Perteneciente a una familia de tradición artesanal, muestra desde joven una innegable predisposición para la pintura y comienza a asistir a la Escuela de Arte Municipal.  A la edad de catorce años queda huér­fano; su abuelo, que se ocupa de su tutela y educación, se dio cuenta rápido del precoz talento del niño para la pintura y el dibujo y puso todo de su parte para potenciar su lado artístico. No se equivocó tomando esa decisión que dio pie al nacimiento de una de las mayores leyendas de la pintura española. 

Merced a una pequeña ayuda económica de dos eclesiásticos en 1850 se trasladan a Barcelona con cartas de presentación para un escultor: Domingo Talarn. Cola­bora en el taller de Talarn e ilumina fotografías; así se mantiene y logra entrar en la Escuela de Bellas Artes a la que asistirá entre 1853 y 1857. Asiste conjuntamente a la escuela privada de Lorenzale, lo que determinará su inclinación por la pintura romántica en esta primera etapa de su producción artística. 

Gracias a una beca de ampliación de estudios, en el año 1858 se traslada a Roma.
La Diputación de Barcelona le propone viajar a Marruecos para pintar los encuentros bélicos que allí estaban teniendo lugar, lo que dará un giro total a su trayec­tória. La luz de Marruecos y el exotismo del lugar y de sus gentes le hacen interesarse por aspectos totalmente desconocidos en su producción anterior. 


Fortuny no paró de moverse durante toda su vida, cada rincón que descubría lo hacía crecer. Una continua metamorfosis que lo convirtió en un genio que acumuló éxito ya en vida. Cada lugar que pisó marcó su vida y su arte.  



En 1860  visita Madrid y frecuenta el Prado, donde se interesa por la obra de Velázquez y Goya revelándose como un gran copista. Por entonces conoce a su futuro suegro, Federico de Madrazo, entonces director del Real Museo del Prado y de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. 










Posteriormente Federico de Madrazo se interesa vivamente por su obra y le invita a su casa. Allí conoce a Cecilia de Madrazo, la que será su futura esposa. Aprovecha para visitar Toledo, donde descubre a El Greco. 

En junio de 1867 expone en Madrid en el estudio de Federico de Madrazo y fija la fecha de su boda con Cecilia. El matrimonio se celebra en noviembre en la madrileña iglesia de San Sebastián. 


Con motivo de su boda pinta La vicaría, su obra más famosa en vida, en la que trabajará durante mucho tiempo y por la que cobrará una suma altísima. 










Ese inesperado éxito económico le permite afrontar su faceta de coleccionista de antigüedades y adquirir multitud de objetos valiosos y donde se pueden encontrar tesoros maravillosos de arte japonés, cristal, tapices, arcones, armas y cascos que pasan a adornar su taller y que en ocasiones aprovecha para reproducir en sus obras.


La exposición, resultado de la investigación que el equipo del Prado ha desarrollado durante cinco años, han reunido un total de 169 obras, treinta de ellas pertenecientes a la propia colección del Prado, que adquirió cuatro piezas nuevas durante la preparación de la muestra. El resto proceden de grandes museos como el Museo Fortuny de Venecia (29) y el Museo Nacional d'Art de Cataluña (18). Del total, 67 nunca habían sido expuestas fuera de sus colecciones y museos de procedencia y una docena de ellas son totalmente ineditas.

La muestra  recorre de forma cronológica las distintas etapas de la producción del artista, y se
 ha intentado mostrar todos los aspectos del Fortuny creador: pintor al óleo; a la acuarela, en donde revoluciona por completo la técnica y es envidiado por otros compañeros y amigos por su extraordinaria facilidad; renovador también al aguafuerte, aguadas y como dibujante a la pluma y al lápiz.



Es interesantísimo ver el cuadro inacabado "músicos árabes"  para apreciar su preparación, la facilidad y minuciosidad para el dibujo y el proceso del uso de la acuarela.





De su estancia en Granada, junto a Martín Rico, ha dejado obras de género arquitectónico y trabajos del natural ante figuras, objetos paisajes y jardines, en cualquiera de las disciplinas: oleo, acuarela lápiz y tienta.                                
                                                      








El gran cuadro "La reina María Cristina y su hija la infanta Isabel pasando revista a las baterías de artillería"  se muestra por primera vez en el techo,  ubicación para la que fue pintado.

En noviembre de 1874. decide pasar el verano en Nápoles y alquila una casa en Portici, lugar de encuentro de artistas. Esa estancia, para Fortuny, supuso comulgar plenamente con la naturaleza, el color local, sol y sombra en los desnudos de niños en la playa.

Pinta Los hijos del pintor, María Luisa y Mariano, en el salón japonés, manifestando en esta última obra la influencia de la pintura oriental.
Poco después fallecía repentinamente. Tenía tan solo 36 años y su muerte conmocionó al mundo artístico. 

La labor del museo reuniendo todas estas obras en digna de mención ya que tras el fallecimiento de Fortuny, su viuda optó por liquidar los bienes del artista sacando a la venta la totalidad de sus bienes en dos subastas en Roma y París. 
Esto provocó que su obra no se pudiera conservar unida en un solo museo y acabara desperdigada por el mundo, por ejemplo obras como La Carrera del Darro, nunca vista fuera del British Museum y que  hasta el 18 de marzo podemos disfrutar en el Museo del Prado de "EL MOSAICO DE UN GENIO


FORTUNY 

Para no perdérsela.












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