Marisol Mariño es una de nuestras nuevas compañeras de TAF y quiere compartir con vosotros este cuento, para que así la vayáis conociendo.
EL BESO
Un
hombre vendía gritos y palabras, sollozos, suspiros y risas, en
pequeños estuches de colores.
Ofrecía su mercancía con una
sonrisa, como si se tratase de lo más natural del mundo.
Pocos
se detenían y nadie compraba. El seguía incansable, alabando las
cualidades de su producto:
¿Está enfadado, desea gritar? ¡Abra la caja!
¿Necesita palabras, suspiros, sollozos apropiados o risas oportunas?
¡Todo, todo a su alcance, por un módico precio!
¡Gritos, palabras, suspiros, sollozos y risas! Volvía a pregonar.
¿Necesita palabras, suspiros, sollozos apropiados o risas oportunas?
¡Todo, todo a su alcance, por un módico precio!
¡Gritos, palabras, suspiros, sollozos y risas! Volvía a pregonar.
Se
preguntaba ¿cómo era posible que en estos tiempos de prisas y pocos
sentimientos, no tenía buena acogida su oferta?
Colocaba
con esmero sus estuches, admirando los colores y valorando su
contenido. Miró el reloj. Era tarde. Debía recoger, pero no había
vendido nada y necesitaba unas monedas. Tenía que comprar algo de
comida.
Una
hora más. Nadie. Se acerca una pecosa de ojos claros.
- ¡Señor,
señor! ¿tiene estuches con besos?
- ¿Con
besos?
- Sí,
mi mamá está en el Hospital. No puedo visitarla y quiero enviarla
muchos besos.
- ¿No
te valdrían las risas?
- No,
claro que no. Mi mamá quiere besos.
Se quedó pensativo. Se le ocurrió
una idea.
- ¿Qué
te parece si soltamos los gritos y en su caja metes muchos besos. La
cerramos rápido y se la mandas a tu mamá?
- ¿La
llegarán así?
- ¡Por
supuesto!
Abrió
la caja sacudiéndola varias veces. La pequeña besó y besó dentro
de ella. La cerró con fuerza y se la entregó.
- ¡Gracias,
señor! ¿Cuánto cuesta? - preguntó - sacando de su bolsillo unas monedas, pocas, para el pago de la
compra.
- Será
suficiente con un beso. Uno como los que le has enviado a tu mamá.
De puntillas le beso y salió
corriendo apretando contra su pecho el estuche que acababa de
comprar.
Su mano buscó en la mejilla el beso
para acariciarlo. Esa noche tampoco tendría nada para cenar.
Marisol
Mariño
2 comentarios:
Estupenda carta de presentación.
Bienvenida al grupo y a este tú blog.
Gracias Marisol por compartir este cuento y por acompañarnos en las tertulias.
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