¡ASÍ ES LA VIDA!
Fue caminando. Quiso que la dejara lejos del
panteón. Deseaba estar sola. Siguiendo las instrucciones, encontró sin dificultad,
la tumba que buscaba:
“Ilustrísimo Don Jerónimo
Saavedra y Madrigal, Marqués de la Quinta Almena”
Lo leyó varias veces, pero seguía sin
decirle nada, sin estremecerse al repetir aquel nombre, del que hasta hace unos
meses ni siquiera había oído hablar. Desde entonces lleva días y días sin dejar
de escucharlo, de repetirlo, de saber, según dicen, la importancia que tiene.
Le han comunicado que ella es la hija del
difunto e ilustrísimo señor. “Reconocida” con todos los honores en su
testamento, al morir sin descendencia. “Dios no jugará a los dados con el
universo, pero el destino echa las cartas como quiere”, pensó.
Recuerda a su madre inclinada sobre la
máquina de coser, trabajando horas y horas para pagar sus estudios. Nunca una
queja, ni un reproche; tampoco una información sobre su pasado. De su padre le
había contado poco: que no era español, que se fue para arreglar unos papeles y
que no había regresado. Todo mentira. Eran tiempos difíciles. Ella no preguntó
más. Con los años decidió que su vida no sería tan miserable como había sido su
infancia. No eligió el camino más recto, pero disfrutaba de una existencia
cómoda y pudo hacer frente, sin problemas, a la larga enfermedad de su madre.
Sí ella viviese ¿qué opinaría del “buen
comportamiento” que había tenido el marqués al final de sus días?
De niña, sí deseo tener un padre, era lo que
más envidiaba a sus amigas; también, disfrutar unas vacaciones en las playa y
sobre todo, tener en Navidad y por su cumpleaños, regalos que no fuesen los
zapatos o la chaqueta que necesitaba.
Ahora ni siquiera el apellido le interesa.
Un padre, entonces es lo que hubiera querido, no un título a estas alturas de
su vida.
Sigue allí, de píe, pensando la cantidad de
preguntas que se han quedado sin respuestas.
Si rechaza el apellido, le han informado,
que no tendrá derecho a la herencia. El señor marques sigue poniendo
condiciones, incluso, desde el más allá.
Los abogados y albaceas del finado no dejan
de insistir sobre la importancia y honor que debe representar para ella
ostentar tan insigne título. Su comportamiento será ejemplar y estará a la altura de la grandeza
del mismo.
Su mundo se ha vuelto del revés y ha tardado
en tomar una decisión. Hoy, ya sabe lo que hará y ha venido a decírselo. Quiere
que esté informado. Levanta la voz, casi le grita, como si pudiera escucharla:
–
Es curioso que sin saber que existías durante tantos
años, hoy haya venido hasta aquí para decirte: hola y adiós; también a
confirmarte que sí, aceptaré tú apellido y la fortuna la dedicaré a...
Otro cortejo fúnebre rompe el silencio por
unos instantes, impidiendo oír su voz. Pasan. Avanzan. Se alejan.
Cual crupier al terminar de repartir una
ronda de cartas, se sacude las manos y termina dulcemente diciendo:
–
¡Así es la vida! Jerónimo, seré la primera Marquesa de
la Quinta Almena que dirija un burdel, pero no te preocupes, como ya te he
explicado, será un burdel de muy alta categoría.
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