LA TIZNADA
También
me gustaría reír, utilizar palabras chistosas,
hablar de la alegría del amor, de los niños, los amigos, y no estar todo el día en los velorios, rodeada de pésames
y duelos, soportando a personas afligidas, evocadoras de dioses, santos y Paraísos.
Querría
escapar de aquí… al campo, gatear por los árboles, robar moras, melocotones, y retozar entre los girasoles mientras el sol calienta mi
cuerpo y sentir en el cuerpo.
Sin
embargo llevo escrita la marca, solo
vivo de espejismos y siento cada día
el temblor del miedo cuando amanece.
Mª Begoña Peña
TIEMPO DE ESPEJISMOS
Juanita
también es soñadora; fantasea con que aparecerá un héroe, que la
rescatará para llevarla en volandas al paraíso.
“Vamos,
niña, a recoger. Por hoy ya está bien” La baja de las nubes el abuelo.
Cada día,
Juanita compra un cupón para tentar a la suerte, a ver si le cae un buen
pellizco porque, aunque es muy romántica, sabe que el príncipe azul se puede
retrasar, y las penas con pan…
CRÓNICA
DE UN CARACOL
Compré aquel caracol de mar en una tienda del mercado. Estaba llena de despojos de pisos heredados, objetos en un tiempo queridos y ahora huérfanos. Una copia del cuadro de los girasoles, pequeños ataúdes que, en realidad, eran cajas de puros, cachivaches, en fin, que forman parte de nuestra vida sentimental.
Me interesó porque en él no se oía el
mar sino un tumulto de palabras, de
conversaciones. Parecía que había grabado todo lo que se hablaba cerca de él. Amantes descubiertos; familias rotas
por alguna infamia; la marca de sospecha que deja un crimen en un grupo de amigos.
Cuando llegué a casa se lo enseñé a los
niños aunque no les hablé de su secreto. Un día mi hija, con un temblor en la voz, me dijo que había
oído el mar en el caracol. ¡Aquel bicho me volvió a sorprender!
Nacho
Reguera
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