En el Rastro, en un día radiante, y bajo la eterna mirada de Eloy Gonzalo, nos citamos para hacer nuestra salida cultural de este mes.
El destino: Museo de Artes y Tradiciones Populares.
Fue inaugurado en 1975 en el campus de Cantoblanco
con una donación de más de 2500 piezas realizada por Guadalupe
González-Hontoria y Allendesalazar.
Esta mujer, profesora de la universidad, se presentó a un concurso de
pasta de dientes Profiden “La sonrisa más bonita” y lo ganó. El premio, un
coche 4X4 la sirvió para recorrer España recopilando hasta 1500 objetos y
piezas.

En 2011, el Museo se trasladó a la corrala
de la calle Carlos Arniches, en pleno centro de Madrid, compartiendo
sede con el Centro Cultural La Corrala, creando así una interesante fusión
entre la tradición popular urbana y rural.
El Corralón del Rastro estaba ubicado en la antigua calle
del Peñón, actual Carlos Arniches.
Esta corrala data de los años 1823,
inicialmente como casa de postas. Posteriormente se habilitó como viviendas en
la planta primera y buhardillas (cuchitriles) en la segunda. Cada galería disponía
de un único retrete común, sin agua corriente; se abastecían mediante un pozo.
Esas viviendas albergaban a ciento veinte familias; en ocho o diez metros
cuadrados las más grandes, vivían hasta seis u ocho personas.
La exposición dispuesta en torno al patio de la Corrala, realiza un recorrido por celebraciones y fiestas presentes en la vida del ser humano
desde su nacimiento
como el bautismo, el matrimonio o la propia
muerte.
Igualmente se producen celebraciones cíclicas, que se repiten
durante los años, como la Navidad, el Carnaval, o la Semana Santa, marcando
momentos de descanso y acercamiento del individuo a la comunidad a la que
pertenece.
También la exposición cuenta con accesorios, disfraces y trajes regionales de diversas partes de España.
Las colecciones del museo, formadas por piezas de carácter etnográfico
procedentes de todo el territorio nacional, se han ido incrementando hasta
alcanzar los más de 8000 fondos actuales.
No podían faltar los Gigantes y Cabezudos, presentes en desfiles y cabalgatas de pueblos y ciudades. Éstos representan a personajes vinculados con Madrid: El alcalde de Móstoles, el emir Mühammad, fundador de Mayrit como enclave militar.
La modistilla Manuela Malasaña asesinada por las tropas invasoras francesas. La Arganzuela, la moza de cántaro que dio nombre a toda una barriada. La Calderona, amante del Rey Felipe IV. La menina Mari Bárbola. Sor Patrocinio, la Monja de las Llagas, muy influyente en el reinado de Isabel II. Y el diablo Cojuelo indiscreto testigo de la vida madrileña.
En el museo, en la galería superior, se recogen objetos vinculados a la vida cotidiana, utensilios de cocina, labores textiles, cerámicas o instrumentos musicales que
reflejan el modo de ser de las gentes que los crearon y usaron.
La Corrala, desde sus orígenes, ha estado vinculada al comercio de la zona, actuando en un primer momento como casa de postas.
En tiempos más recientes se ubicaban talleres y tiendas de anticuarios vinculados al rastro madrileño.
En los encierres, que ocupaban la planta baja y se llamaban así esos espacios
porque se utilizaban para encerrar las mercancías que se vendían en los puestos
del rastro y en los mercados, se exponen algunos de los objetos y herramientas utilizados en la vida de pescadores, pastores o campesinos.
Y con esto nos despedimos de la Corrala, que estuvo en uso hasta 1990.
Tras un tranquilo paseo llegamos hasta la plaza de Cascorrro, al restaurante "La barca del patio", un local de ambiente andaluz donde queríamos comer, pero antes tomamos un delicioso vermut.
El café lo tomamos cerca, en el Parnaso, un bonito local decorado con instrumentos musicales, esculturas y cantidad de objetos interesantes.
Saboreamos un capuchino, leímos los trabajos propuestos, fijamos fechas y temas futuros y recibimos regalos de nuestra compañera Maribego, recuerdo de su viaje a tierras exóticas.
Caminamos por el barrio con el fin de encontrar una librería y comprar un libro, como hacemos todos los años, para celebrar el día del libro.
La encontramos y cumplimos con la tradición.
Y con todos los deberes hechos, llegamos hasta la plaza de Tirso de Molina y, rodeados de flores, dimos por terminada la jornada cultural de TAF, correspondiente al mes de abril y disfrutando de una tarde soleada y alegre.
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