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Postal 3


Una de las maravillas del país vecino es, sin duda, Oporto, Porto, como dicen ellos. Es un verdadero placer pasear por sus calles, llenas de majestuosos edificios, de iglesias, de azulejos decorando las fachadas; ver la librería más bonita del mundo y tomar un helado viendo pasar los barquitos por el Duero. O echar unas lagrimitas escuchando unos fados, ¿por qué no?
No importa que los azulejos no brillen demasiado, que los palacios estén en franca recaída y el adoquinado haya perdido su nombre.  Oporto tiene una luz dorada que todo lo embellece y lo adorna, que todo lo envuelve.
Y también un vinito con el que es un lujo brindar por los buenos amigos. Besos para todos¡¡

Cruz