nueva vela serás para mi viento,
otra gota de luz, un nuevo aliento
que caliente mi rama otoñecida.
Si te posas en mí, sanas mi herida,
espejo eres, al fin, de otro momento,
pétalo de otra flor, luna de argento,
en la piel de mi noche, amanecida.
En mi orilla ha llamado tu aguacero,
simulando un temblor de primavera,
en la voz de tu sangre, prisionero.
¡Oh, Marcos de horizontes!, dulce hoguera,
no te pares a oler el jazminero,
que otra lluvia de sueños nos espera.
Antonio Gutiérrez González de Mendoza.