nueva vela serás para mi viento,
otra gota de luz, un nuevo aliento
que caliente mi rama otoñecida.
Si te posas en mí, sanas mi herida,
espejo eres, al fin, de otro momento,
pétalo de otra flor, luna de argento,
en la piel de mi noche, amanecida.
En mi orilla ha llamado tu aguacero,
simulando un temblor de primavera,
en la voz de tu sangre, prisionero.
¡Oh, Marcos de horizontes!, dulce hoguera,
no te pares a oler el jazminero,
que otra lluvia de sueños nos espera.
Antonio Gutiérrez González de Mendoza.
3 comentarios:
Es una auténtica preciosidad ¡y conste que no lo digo por el título del poema!. Una manera excepcional de reflejar ese amor. Enorabuena Antonio.
Para mi un bebé siempre es una alegría, y en este precioso poema queda patente que además consiguen cambiar la forma de ver el mundo de los que le quieren con su ternura. Felicidades Antonio por el precioso poema y por Marcos.
Felicidades por la gran suerte de ser abuelo y por un poema tan bonito.
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