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"Soy un cómico que lleva años esperando a que se baje el telón, pero no termina de bajarse". Con estas palabras, Francisco Ayala se refería a su longevidad, que se había convertido, por derecho propio, en todo un capítulo de la historia de la literatura española del siglo XX.
Recaló definitivamente en España en 1980 y, desde ese año, recibió los más prestigiosos galardones de las letras españolas. Entonces la dulzura del reconocimiento sustituyó a la hiel de un largo exilio que, con la Guerra Civil, le obligó a abandonar su cátedra de Sociología en la Universidad Complutense para dar con sus huesos en Argentina, Puerto Rico, Brasil y Estados Unidos.
Formó parte de aquél ramillete de autores entusiastas de la generación del 27, que compartían talento, ilusiones y tertulia en la Cervecería de Correos; jóvenes poetas, muchos de ellos compañeros de la Residencia de Estudiantes.
Francisco Ayala, último representante de aquella brillante generación, nos ha dejado a los 103 años, pero siempre nos quedará su obra.
2 comentarios:
¡Qué frase más buena!. Una pena que al final bajara el telón. Un gran artista.
Qué hombre tan lúcido hasta el último momento. ¡Qué envidia!
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