PASEN Y LEAN


Estos son los cuatro poemas que consiguieron Mención de Honor en el I Certamen de Poesía “Poeta Juan Calderón Matador”, poeta que ha recibido recientemente el premio de poesía Villa del Escorial por su poema "Los vientos de la guerra" (más información en http://raicesdepapel.blogspot.com)

 SÚPLICA AL HIJO


Porque llega el invierno y como llega
el viento que atraviesa los cristales
y, una a una, recorre las estancias
desordenadas, hijo,
porque nada es igual a cuando madre
amando repasaba nuestra vida,
si todo estaba en paz y daba gloria
saber que cada cosa
tenía el hueco justo y acomodo...


Como, ahora, es el ocaso y, en la ruina,
mi corazón se para si no encuentra
a un alma cariñosa en la escalera
que me empuja hasta el quinto y que me dice
que no hay quien viva aquí sin ascensor;
sabida mi desgracia
como una penitencia o un mal de ojo,
que Dios sabrá el porqué de ir tan aprisa
ladeándome torpe hacia el abismo...


Si es que veo pasar el tren y pienso
que está mi salvación, tan a la mano
donde existen espacios con andenes
para otras despedidas.


Porque nada es igual entre estas cuatro
paredes desoladas
donde ayer tuvo, Amor, su territorio
cerca del cielo y hoy es fría cárcel,
escucha bien mi súplica:
si sólo es soledad cuanto se ofrece
¡llévame –ya-
a una Residencia, hijo!


Tomemos ese tren, a cualquier hora,
que me traslade urgente por los mapas
donde tiene el otoño su retiro
para quedarme, a solas,
allí, donde la vida contempla
lentamente en el aire de las flores
y los rayos de sol lucen gozosos
por los blancos pasillos de la asepsia.


Llévame a descansar, con la memoria
recorriendo su antiguo labrantío
del pan venido a menos
o el salto hacia el destierro, en mala hora,
buscando en la metrópoli
la mina de oro que soñé en mi huerto
y el claror que alumbrase mi palabra
primitiva, de esparto y de cardenchas;
triste el alma del tedio campesino
y, luego, pasajera
con su laúd por ramblas y avenidas.


Hijo, iré de repaso ya viviendo
con la luz de otro tiempo, residente
en el ámbito incierto de la espera,
-mientras veo volar los otros trenes
que son aves de paso al infinito-
hasta que el Cielo me reclame y luego
te manden el recado de mi muerte.


Luís de Blas




HERIDO POR LA LÍRICA


Me despierto a la urgente llamada
de la aurora,
a los cantos madrugadores de los gallos,
al rumor de la linfa de tu fuente.


Con las notas iniciales de tu música
quiero ensayar cada mañana
los compases iniciales de mi júbilo
como ensaya el pájaro cantor su melodía.


En ti me asomo a la inocencia
de voces balbucientes
y al redoble de tu verbo enardecido,
a tu abejar de mieles agridulces,
al lírico rumor de tu río permanente,
de tu brisa que efunde los perfumes
de tus vates inmortales.


Al ritmo de tu canto,
gozo en la herida que me abriste.


Te bebo en los surcos del silencio,
en encendidas primaveras
donde busco un verso como estancia,
un verso sin azogues ni ceniza
un espacio del encuentro,
el milagro de un instante,
tu perfil entre las sombras,
la desnudez de tu nombre
en mi voz de asombro.


En la demora de tu llegada
agrando los silencios,
avivo los sentidos
que por tu vuelo silencioso
puedes pasar de largo
viajera en el rumor del viento,
en la cresta bulliciosa de las olas.


En ti me dormiré,
envuelto en tu deseo,
con manto de palabras,
hasta que mi alma se despierte
en una nueva aurora
con otros nuevos gallos,
cantores de nostalgia,
haciéndome más hondas las heridas.


Celestino Llamazares Redondo




EL LLANTO DE LA LUZ


Por sus aguas corrientes los cristales más turbios
te han conducido, amor, hasta el Atlántico.
Ni emergiéndote pude rescatarte,
ni pude detener tanto caudal
a brazadas exhaustas,
ni abrazado a tu muerte, pelo a pelo,
pude alcanzar a las estrellas blancas.


Si saltando hacia ti tras las luciérnagas
acuáticas, rotundas,
fuera a vivir contigo
la hermosa latitud que ocupas descompuesto,
la encarnada bondad con que lo invades todo,
si sintiera tu pálpito y no el mío,
me habría ido a tu lado
a acariciarte siempre.


Pero es un gesto inútil:
viviendo te recuerdo y te revivo,
y te maldigo ausente y me resigno,
porque es un gesto injusto
el tajo de tu vida.


Ya no hueles geranios en verano
ni iluminados pétalos.
Nada tocas, no ves ni oyes las olas,
no acaricias dos pechos en tus manos,
ya no sabes a qué sabe cada beso
que ya no vas a dar.


La simétrica hoja de la acacia,
el discurrir del río, las montañas,
las espirales conchas,
los cúmulos del cielo, los muslos, los azahares,
la escarcha y los olivos,
la suavidad del tacto de la luna
o de la roca el roce, son injustos
si tú no los ves ya, si no los tocas,
si claramente te has desocupado.


La carne de tus dientes
no puede ya besarme y no me oye,
porque la ropa tuya y tus pestañas
o el silencio del mármol huelen grises.


Los duermevelas y los abedules
no tendrán nunca el mérito
de tu hazaña mortal.
¡Qué oscuras son las rosas amarillas!


Y yo aquí, dentro del miedo
de no escuchar contigo
cómo tiemblan las olas cada día
en la costa del cielo.


Por sus aguas corrientes los cristales más turbios
te han conducido, hijo, hasta la muerte.
Ola a ola. Y tajamareando
puente a puente
los paisajes del río y sus riberas,
no podrás ser, amor, sino mi muerto,
sino mi ocaso y noche,
sino mi ausencia
y boca a boca desbocada de la luz.


Porque es verdad que alumbras
fundido en las estrellas,
en las corrientes aguas, puras...


Pedro Tenorio Matanzos



EN LAS RAÍCES DE LA NOCHE

Subo por los peldaños de mi vida
como una enredadera que busca su soporte
en el tronco del recuerdo.
Y rebaso
la punta de las hojas que respiran
en la copa nevada del almendro.
De puntillas me filtro por la savia del ocaso
como una bailarina de los néctares
y un sabor a bosque me extasía la mirada.

Te atesoro
y parpadea el cosmos con guiños traviesos
en esta noche maquillada de cometas
que entorna una sonrisa en busca de blancura
y encuentra en mi boca la luna pintada.

Te dibujo
dormitando con los pies hundidos
en las raíces del aire que me absorbe
y un leve movimiento, de pájaro libando,
levita entre las hojas de todas las estrellas.
Se balancea con el viento un polen
como un columpio empujado por los años
que desgrana en mi corazón de amapola
un campo mullido de cálidas estrofas.
Y soy rama y raíz y hoja y árbol.

Te sueño
y se pierde una música en la garganta del aire,
en la brisa cantarina que muerde tu labio.
Atrapo tu fuerza y eres árbol frondoso.
Muere una planta acuática en su charca de acero
y renace de mi piel un jardín de almendros.
Y mientras
se deshoja una flor y queda desnuda la noche.
con segmentos de polen dormidos en tu almohada.

Y sonríes
convertido en la nube de un cielo poeta
que cubre en mi persona su aguacero versado
como un océano del tiempo,
y se agasaja el bosque con letras flotantes
y un saludo de ramajes late entre las manos.
La flor del almendro nos abraza
y se forma una unión de complicidades
cuando a lo lejos un poema nos cede sus alas.

Rosario Alonso García

























3 comentarios:

Marcos Callau dijo...

Realmetne son cuatro regalazos. Es una maravilla abrir la página de un blog y encontrarse con estas joyas. Mi enhorabuena a Luis de Blas, Celestino Llamazares Redondo, Pedro Tenorio Matanzos y Rosario Alonso García. Me han hecho pasar un buen rato.

Juan Calderón dijo...

Hola a todos. Siempre os agradeceré que hicieseis la primera convocatoria del certamen de poesía.Gracias por publicar los trabajos ganadores. Al trascender la noticia de que no incluiréis en vuestro programa nuevas convocatorias han sido varios los ofrecimientos que me han llegado desde particulares y organismos para hacerse cargo de la misma, por lo que el premio seguirá vigente el próximo año. Os reitero mi gratitud y os envio un fuerte abrazo.

TIRARSE AL FOLIO dijo...

QUE EL PREMIO DE POESÍA JUAN CALDERÓN SE SIGA CELEBRANDO ES UNA NOTICIA ESTUPENDA, QUE NOS PRODUCE UNA GRAN ALEGRÍA.