PRESENTACIÓN EN MADRID DE "PALABRAS AL VIENTO" DE PILAR UGARTE MUÑOZ

El sábado, 23 de enero, se presentó en Madrid el libro “Palabras al Viento” de Pilar Ugarte Muñoz.

  

Abrió el acto Maruja, presidenta del Hogar Extremeño, dando la bienvenida y agradeciendo la presencia a los numerosos asistentes. Mencionó los lazos que unen a la autora con Extremadura, y reitero el desinteresado ofrecimiento de los salones de la Institución para celebrar eventos culturales.

A continuación tomó la palabra Alberto Trinidad, director de Ediciones Oblicuas, venido expresamente desde Barcelona para la presentación, y que nos habló de la editorial y la voluntad de abrirles las puestas a nuevos valores. Así mismo, comentó sobre la antología de relatos de Pilar y como habían entablado contacto y trabajado conjuntamente para su publicación.

Por último, Graciela Ugarte leyó una semblanza de su hermana Pilar, escrita conjuntamente con Cruz, su compañera de TAF, relatando sus inquietudes, comienzos y trayectoria en el oficio de escribir.

Pilar inició su intervención agradeciendo las amables palabras de todos ellos, leyendo después una explicación de porqué escribe, que publicamos a continuación de esta reseña, y posteriormente dio lectura a unos fragmentos de algunos de los relatos que componen el libro,   para terminar respondiendo a una rueda de preguntas, cerrar el acto con la firma de libros y brindar con una copa de vino de la tierra.

Buenas noches. El ex diplomático brasileño, abogado, músico y poeta Vinicius de Moraes, dice que “la vida es el arte del encuentro”. Aquí hay mucha vida. Gracias por venir y gracias a esta Institución, y a Maruja, por abrirme sus puertas para llevar a cabo este evento. A mi compañero Theo, extremeño de pro, que me ha puesto en contacto con ellos y ha allanado el camino. También a Alberto por su presencia.

No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo. Lo escribió el poeta Walt Whitman y yo lo creo firmemente. Aunque escribo por casualidad. Vamos a escribir un libro, uno tú y otro yo, dijo mi hermana Graciela, hace ya siete años, y nunca se lo agradeceré bastante. Entre mis allegados tengo fama de disciplinada y obediente y, por no desmerecer tal reputación, no me lo pensé un segundo. Pasé de atiborrarme de historias ajenas, a parirlas sin preparación ni aprendizaje, sin destreza en el manejo del ordenador…

Indudablemente, soy temeraria, puesto que no me intimidó enfrentarme a la pantalla en blanco, a manipular una veintena de personajes y situaciones con un desparpajo que rayaba en la imprudencia. Y loca, sobre todo loca, ¡me atreví a presentarlo a un concurso! También de eso tuvo culpa mi hermana. El resultado fue el esperado: la satisfacción personal de haber sido capaz. Y supongo que no me tiraron la novela a la cabeza porque iba firmada con pseudónimo y no sabían dónde localizarme.

Tengo una moral de acero inoxidable y en lugar de rendirme a la evidencia de que el argumento era agradable y entretenido, sin más, y que estaba escrito deficientemente, me enrollé con otra. ¡Qué insensata…! En mi descargo alegaré que me dejé llevar animada por todos los que me quieren y se mostraron condescendientes y generosos con mí penosa ópera prima.

Ahora bien, me encanta aprender y me valía antes de mis compañeros de la tertulia Juntaletras y actualmente de los de Tirarse al Folio, escritores a cual más válido, que me aconsejan, apoyan, enseñan… los vampirizo sin el más mínimo recato, la verdad. El resto lo pongo yo. Entusiasmo, argumentos y trabajo; quizá el único que me impongo y no me importuna, que estoy deseando acometer y, si no puedo escribir, me provoca “mono” y me impide dormir infinidad de noches hasta dar con la frase que creo idónea, el final rotundo…

¿Por qué escribo? Porque me satisface plenamente. “Cuando nada es cierto, todo es posible”, decía la escritora Margaret Drabbe y, escribiendo he descubierto otra manera de alimentar mi ánimo, de proyectarme, y me permite ser quién y cómo apetezca, expresar inquietudes, pergeñar situaciones imposibles, desfacer entuertos, matar o dar vida cual todopoderoso hacedor que modela carácter y destino de los personajes forjados a golpe de tecla. No quiero aburriros ni alargarme, pero puedo dar un motivo más de porqué escribo, el definitivo: me hace feliz.

Y cambiando de tercio, y como ya ha apuntado Maruja, les diré que muchas cosas me unen a Extremadura, mi abuelo Gerardo nació en Malpartida, tengo familia en Cáceres, Jaraíz, Carcaboso, Plasencia… Y la casualidad ha querido que mi primer libro se presente, precisamente, en esta institución Extremeña que me trae recuerdos de mi infancia cuando, al terminar el colegio, mis padres nos mandaban a pasar el verano al pueblo, a Galisteo, con mis tíos. Algunos de esos recuerdos, archivados en mi memoria con imágenes, sabores y fragancias, salieron a relucir en el relato que cierra este libro “La medida del amor”, y que yo situé la historia en Extremadura.

Y termino ya con esto:

Milagros Bueno, correctora y crítico literario, que tuvimos el placer de que nos visitase en la tertulia, inició la sesión diciendo que “La muerte de un libro llega cuando el escritor pone FIN y renace con cada lector”. Y así la quiero cerrar yo, porque el éxito o fracaso de este trabajo ya no está en mis manos, lo dejo en las de los lectores que tengan a bien abrir sus páginas y deambular por mundos ficticios, por pasajes y escenas de muy diversa índole. Ojala las palabras impresas no se las lleve el viento.

Muchas gracias.

Pilar Ugarte Muñoz