Porque Miguel Delibes, indudablemente, encarnaba el alma de Castilla, sustentada en una postura ética que se concreta, en la práctica, en un humanismo ligado a las virtudes de la tierra.
Merced a su estilo, personalísimo, consolidado en “El camino” (1950), Delibes ha llegado a ser un magnífico forjador de personajes ligados a la España rural o urbana, y redentor del habla de las gentes de Castilla en la segunda mitad del siglo XX, así como del lenguaje rural y de la jerga popular. Su obra invita al lector a profundizar en las particularidades de la llanura y de la sierra, en las formas perfectas de la Naturaleza, las manidas realidades y el sueño deslumbrante de su Castilla, eterna, curtida y hospitalaria.
Así era él curtido y acogedor y será eterno, no solo en su tierra, también universalmente.
Miguel Delibes se ha ido, pero por siempre nos quedará la palabra escrita de un hombre bueno.
2 comentarios:
Por siempre nos quedará su impresionante obra. Que descanse en paz.
El tiempo no perdona, pero al final lo que queda cuando alguien se va nos da la medida de quien era.
Creo que consiguió su meta, contar historias y ser recordado como un hombre bueno.
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