PINCELADAS Y TRAZOS ODILON REDON


Hasta el 29 de abril, a través de 170 obras procedentes de algunas de las colecciones internacionales más importantes, se podrá ver en Madrid, en la Fundación Mapfre, la primera exposición dedicada  al universo singular de Odilon Redon (Burdeos 1840-1916). 
Pintor simbólico considerado por algunos como uno de los predecesores del surrealismo y coetáneo de los impresionistas, aunque no compartió con ellos su visión del arte.
Obras maestras compuestas por óleos, dibujos, grabados, paneles decorativos y bocetos para textiles de la fábrica de Gobelinos, la muestra recorre la trayectoria de este artista con un ese estilo tan personal que transmiten sus lienzos.


Bertand Redon, apodado Odilon, derivado del nombre Odile de su madre, hijo de una familia acomodada, pasó su infancia en la propiedad familiar de Peyrelebade  al cuidado de uno de sus tíos y una institutriz. Ese distanciamiento de su hogar y la epilepsia que sufría, moldearon su carácter taciturno. Curiosamente a la edad de once años se curó de la dolencia de manera “milagrosa” como está documentado en la abadía de Verdeler.
Tampoco tuvo una adolescencia fácil y así se refleja en sus primero dibujos  marcados por lo que el denominó sus negros, inspirados en la soledad y el aislamiento, imágenes oscuras, macabras, casi de pesadilla utilizando una técnica basada en ennegrecer todo el soporte con carboncillo y mediante raspaduras y borrador ir sacando grises y blancos.
¿Ves las nubes? Le preguntaba su padre. Y lo que él veía en el cielo mudable eran seres quiméricos, exóticos… Gracias a un estilo absolutamente personal, un uso novedoso de técnicas, del color y de las tonalidades, y una temática sustentada en las complejidades del pensamiento, lo esotérico y los mecanismos del sueño, Redon influyó profundamente en las generaciones simbolistas, Fauvistas y Nabis, haciéndose un hueco entre los pintores más destacados de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.
 

Se inspira en la literatura, principalmente en los cuentos de Allan Poe; también en la música y las artes escénicas. Su pionera atracción por el mundo de la imaginación y de los sueños, en un momento de primacía del naturalismo, lo convirtió en un pintor al margen.

  En la década de 1860 viajó a España en diversas ocasiones por su amistad con el músico Ricardo Viñes, y se apasionó con la obra de Velázquez y las 
pinturas negras de Goya, 
inspirándose en ellas para algunos dibujos.




Su pintura evolucionó al tiempo que cambió su vida; llega la época del color cuando se casó con una joven criolla y, aunque su primer hijo murió a poco de nacer, tuvieron otro, Ari, al que retrataría constantemente.


 
Su obra emblemática Ojos cerrados, representa la búsqueda de la mirada interior más serena y amable que las inquietantes imágenes de años anteriores. El color y las diferentes tonalidades utilizadas son trascendentales en su obra, donde lo esotérico y las ideas dominan en detrimento de las formas y las representaciones realistas.

Redon recibió diversos encargos de nobles y familias adineradas para
decorar estancias a base de murales y tapicerías.
Poco  a poco sus lienzos y papeles
fueron dando paso a flores y 
plantas, mariposas, frutas,  mostrando
el artista un sentido íntimo y trascen-
dente de lo cotidiano y su amor por
la naturaleza.  

Su trayectoria, curiosamente, se produjo al revés que la de la mayoría de los artistas, que desarrollan la luz y alegría propia de la juventud hasta la oscuridad de la vejez. 
  


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta esta sección que trae pintura con mayúsculas.