CON NOMBRE PROPIO. IÑAKI FERRERAS




ME GUSTA LA LLUVIA EN VERANO”


No lloro porque no me quedan fuerzas. No río porque tengo ganas de llorar. No sé qué postura adoptar ahora, en estos momentos de profunda melancolía. Es un verano de crisis, tan de crisis que hasta los amigos nos hemos dejado de ver. Parece como si se nos hubiesen quitado las ganas de vernos. Rencillas, rencores, envidias, rabietas, mezquindades, hogueras de las vanidades. ¡Pero qué miserables podemos llegar a ser! En realidad, somos miserables la mayoría de las veces. Mira lo que te digo, somos la especie animal más miserable sobre la Tierra. ¿Cómo podemos jactarnos de ser seres inteligentes y de ser los mejores y no hacemos otra cosa que autodestruirnos? Qué razón tenía el filósofo aquél que dijo que el hombre es un animal autodestructivo por naturaleza porque no le encuentra sentido a la vida y, de este modo, se la quita. Sin embargo, y a pesar de que nos cueste encontrar sentido a lo que hacemos y a quiénes somos, tenemos un gran instinto de supervivencia. Eso sí, no mayor que el del resto de las especies. Lo que nos mata es la consciencia. Por eso, dichosos los tontos de corazón, porque de ellos es la razón, la razón para vivir sin pensar. Porque los listos, los conscientes de su propia debilidad viven en un sufrimiento continuo, en un anhelo perpetuo del más allá, mientras no viven el más acá.
Ya sabes que soy gris por naturaleza. Y también, un poco tonto para poder subsistir. Si fuera totalmente cuerdo, me suicidaría. ¿O quizás soy lo suficientemente cuerdo como para hacerme el tonto, cuando me conviene y, de este modo, no suicidarme.
Y, en medio de todo, la soledad. En esto y en la muerte todos somos iguales. Todos estamos solos y, cuando exhalamos nuestro último suspiro, también lo estamos.
Pero la soledad la sufrimos en vida.
No es mala la soledad si se asume. El problema es que nos han vendido que el hombre es un ser social, desde la época prehistórica. Entonces, no tenía más remedio, si no quería ser devorado por las fieras o por sus semejantes de otras tribus. Ahora, puede haber personas que vivan perfectamente sin tener que relacionarse prácticamente con nadie. La tecnología lo ha hecho posible.
En mi caso, cada vez estoy más a gusto solo. No, no estoy deprimido: soy cada vez más realista: a la gente, cuanto más superficialmente se la conozca, mejor. Y yo, que también soy gente, asumo que cuanto menos se me conozca, mucho mejor. Así, evitamos los conflictos, las fricciones y vivimos en un permanente estado de placidez ficticia porque, en el fondo, lo que nos apetecería es, en un momento dado, clavarnos los cuchillos hasta el fondo. La distancia nos hace cívicos. Por eso, las sociedades complejas nunca podrán funcionar, siempre habrá elementos subversivos, inadaptados, dominadores, criminales, locos y paranoicos y todos ellos juntos, mucho peor que cada uno solo por su cuenta.
Créeme: mi ansia de soledad procede de una profunda decepción del ser humano. He aprendido a mirar a mi alrededor y a obviar los cuerpos de mis semejantes para fijar mis pupilas en los de los animales y objetos, como edificios, calles, mobiliario urbano, los parques y sus plantas, como si todos ellos también fueran seres (que, en casi todos los casos, lo son o si no lo son, guardan en su esencia el alma de aquéllos que los han hecho) que me acompañan en mi deambular existencial.
También he aprendido a conocer mejor el sol y la lluvia como sendas especies de espíritus que me alimentan. El sol me da la energía que tanto necesito. A él le doy gracias cada mañana. La lluvia me ofrece el agua sin la que muero y a ella le canto cada día.
En invierno, cuando el frío y la lluvia me colman, agradezco con una plegaria los rayos de sol, que relajan mi piel y calientan mi alma. Porque me gusta el sol en invierno.
Por eso, en verano, cuando ya estoy saciado de sol y necesito lluvia, ruego a las nubes que dejen caer unas gotas benditas. Y porque me gusta la lluvia en verano.


FIN

Iñaki Ferreras

2 comentarios:

Esperanza dijo...

Me alegro de que decidieras compartir este texto con todos. Me ha gustado y supone un cambio radical con esos otros temas que suelen aparecer en tus cuentos.

PILARA dijo...

ME GUSTA TU RELATO OTOÑAL Y EL CAMBIO DE REGISTRO.