VERSO A VERSO. MARÍA ARRIBA




 


LA QUINTA PRIMAVERA


Me senté a mirarte sobre los pastos
escarchados de polen, acariciados
ambos por la cálida
primavera de entonces.
Aún
no sabíamos nada. Aún
en el cielo no reían como
cascabeles etéreos las estrellas.
Tenías los ojos de niño
aún, cachorro asustadizo, y yo
aún creía que los corazones rotos
no resucitaban.
Vivimos a destiempo
los inviernos, los plenilunios y las notas
musicales,
como recíprocas espirales girando
en sentidos distantes.
Te
busqué a escondidas.
Pero una vez eterna sentí
tu calor
tan cerca que la Luna
nos reflejó con olor
de madreselva brillando a contraluz,
y sonrieron los jazmines celestes mientras
se cerraban las
horas, y mis labios sobre
la manzana de los tuyos.
Todo era nada,
menos tus manos, nada importaba excepto
tu risa inmaterial
y la manera azul en que
descansaba tu cabello sobre mi almohada.
Hoy Venus está en el
mismo sitio que cuando miré tus ojos por vez
primera;
sólo ella
sabía entonces que ella misma
sería el final de
nuestra historia, y el
principio de
nuestra locura.


María Arriba


2 comentarios:

Esperanza dijo...

Bonito poema. Gracias María por compartirlos con nosotros.

Anónimo dijo...

TIERNO Y CALIDO