DESDE DENTRO DE TAF. CARMEN NUEVO


Nuestra nueva compañera, Carmen Nuevo (Mensi), os ofrece este cuento para que empecéis a conocerla.





VIVA LA LIBERTAD, CUESTE LO QUE CUESTE.

"Qué suerte tuve cuando esta dueña me salvó de los infames gatos. Todo pasó hace dos meses.
El antiguo dueño, me lo advertía: tus ganas de libertad, te costarán la vida algún día, pájaro. Aun así me dejaba la jaula abierta cuando estaban las ventanas de la casa cerradas. Un impulso irresistible me obligó a salir de la casa, por un rinconcito de una puerta; así fue como me cansé terriblemente y como me encontraron los gatos y jugaron conmigo.
Mi ala derecha está casi inútil, puedo volar a medias, aunque me descentro. Esta nueva dueña, me tiene en mi jaula, en la terraza, yo creo que no me oye cantar, tampoco la importa. Ella no se dedica como el otro a la cría de canarios".

"Ya está ahí mi amiga. Es libre y cada anochecer viene a verme. Dice que canto como nunca ha oído cantar, me escucha ensimismada".
Hola canario, es el tercer día que vengo a charlar contigo. Canta para mí.
–Hola ¿Qué tal el día?
–Magnifico, he visitado aquellas montañas que se ven desde aquí. Hay Zarzamoras. ¿Tú nunca has comido Moras?
–No, sólo he comido cañamones, alpiste, cosas de esas.
Pues un día cuando te atrevas a salir, te voy a llevar conmigo. Son frutos dulces, llenos de líquido. Bah, no serás capaz de escaparte nunca. Eres un cobarde, jamás sabrás las cosas que el mundo te ofrece. En fin, me voy, no te puedo contar nada más, ignoras todo lo bueno de la vida.
–No te vayas, cuéntame que hay en esas montañas. ¿Hay insectos?
Hay insectos a millones, hay hormigas de ala, ¡mmm!, esas son riquísimas. En las alturas, todo lo que encuentres es delicioso. Pero ya me voy, con tanto hablar de comida me ha dado hambre. Hasta mañana, si puedo venir, canario.
–No te vayas… cuéntame más cosas del mundo libre.
¿Y para qué? Si no te atreves a disfrutar. Me voy. Adiós.

"Tiene razón ella. Cuando me escapé, volar fue maravilloso. Luego vino lo de los gatos, pero si me escapo ahora, ya sé de sobra que donde haya gatos, ni volar por encima. Además, ella me protegerá, es grande y hermosa. Mañana cuando vuelva le enseñaré el barrote que está más abierto, entre los dos lo conseguiremos. Me iré con ella. La vida que llevo es un asco, siempre lo mismo".

"Hoy ya es mañana, y ella no ha venido. Aquí estoy solo, como un desgraciado. ¿Y si no vuelve más? ¿Quién le dará a mi vida aliciente? Forzaré el barrote, así cuando vuelva me podré ir con ella. Viviremos a lo grande. Comeremos zarzamoras, insectos... Volaremos a quinientos metros del suelo. Voy a empujar".

"Tres días hace que no viene. No tengo ganas de comer. No tengo ganas de cantar. No tengo ganas de seguir viviendo".

"Hoy me ha llevado la dueña a un sitio, un hombre con bata blanca le ha dicho: creo que este canario necesita cariño, déjele volar por su casa; eso sí, con todo cerrado. Estos animales necesitan que se les quiera y que se les admire".
Pero hombre, ¿qué está usted diciendo? Si lo encontré entre los gatos, por poco no le matan. Déme unas vitaminas, no quiero que se pueda escapar.
Hágame caso ha dicho el de la bata a mi dueña. Suéltelo un rato todos los días, verá cómo mejora.

"Hace dos semanas que no viene ella, el otro día pasó volando muy arriba, me miró, pero no bajó hasta mí. La dueña me saca de la jaula, nada, cosa de cinco minutos, yo ni me molesto en volar, bastante tengo con forzar el barrote, ya casi me cabe la cabeza. Aunque sólo no quiero volar alto, con ella, que tantas cosas conoce y me quiere tanto. Con ella, sí podré explorar".

–Hola, canario.
Hola, hermosa amiga mía. ¡Qué alegría verte! Pensé que nunca volverías. He conseguido forzar este barrote, ya casi me cabe la cabeza. En dos o tres días podré irme contigo. Escucha mis trinos.

–Qué belleza de voz, canario, qué hermoso plumaje, qué color tan brillante tienes. ¿Qué barrote hay que forzar?, yo soy más grande que tú, quizás yo pueda.
Mira es este.
–No se cual dices, canario; acerca la cabeza al barrote, para que pueda ver bien cual es.

FUERA DE AQUÍ, pajarraco, ¿Qué querías, comerte a mi canario? ¡Hala fuera, fuera!

La dueña con una escoba espanta a la gavilana. El canario con sus trinos, pretende atraerla otra vez.

"No la espantes, no la espantes, no volverá más. ¡Qué mala suerte, esta vieja desconfiada ha espantado a mi novia! Con lo que me admiraba, con lo que le gustaban mis cantos".

Al día siguiente, la gavilana volvió resuelta a llevarse al canario a su nido, tiene dos polluelos que alimentar y en invierno, no hay mucha cosa que comer.

–Hola canario, ¿te vienes conmigo?. Ahora…. O…. nunca.

–Si me voy.

Antes de terminar de salir, la gavilana ya le había arrancado la cabeza del cuerpo.
Sus polluelos tendrían algo que comer esa noche.





MENSI NUEVO

1 comentarios:

Graziela dijo...

Un final que sorprende. Me ha gustado Mensi, Bienvenida a este espacio.
Besitos amarillos