CON NOMBRE PROPIO: LISANDRO GONZÁLEZ, ENTREVISTADO POR ROLANDO REVAGLIATTI


Publicamos un par de poemas de los que Lisandro González, selecciona para acompañar la entrevista realizada al mismo por Rolando Revagliatti, así como parte de ésta.

Y para saber más acerca de ambos, entrar en

http://www.revagliatti.com.ar/060712_gonzalisa.html    
www.about.me/rrevagliatti)



DE REFILÓN

En el velorio de la tarde
cae una rodaja, se corta un péndulo.
Alguien
en el último espejo
escribe. Tersos baldíos.
Todo sucede
en el pequeño tamaño de las horas.
Hasta brotan cigarrillos
en rosas de cobre.
Umbrales alambran
otras memorias.
Y un tango. Cuelga 
de una pieza con aliento a polvo.
Y el cielo, que deja de lado
algunas nubes.

                                  (De “Esta música abanica cualquier corazón”)


DEGRADACIÓN

La luna se arqueaba
cuando le tocábamos la punta.

Su movimiento
era éxtasis, locura.

Pero un día
no dejó que la volviéramos a tocar.

Ahora la luna, 
estrellas
son simples elementos decorativos.

                                                       (De “Leña del árbol erguido”)



Entrevista realizada por Rolando Revagliatti      

"Lisandro González nació el 14 de marzo de 1973 en la ciudad de Resistencia, provincia del Chaco, la Argentina. Reside desde los cinco meses de vida en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Es abogado. Ha colaborado, por ejemplo, en los diarios “La Capital” de Rosario, “El Litoral” de la ciudad de Santa Fe, en las revistas “Letracosmos”, “La Costurerita”, “El Vendedor de Tierra”, “Facundo”, “La Guacha”, “Poesía de Rosario”, así como en publicaciones periódicas de Uruguay y México. Poemas suyos fueron traducidos al portugués. En 1996 obtuvo el segundo premio en la Bienal de Arte Joven organizado por la Federación Universitaria de Buenos Aires. En 1999 fue miembro del jurado del concurso de poesía organizado por la revista “Los Lanzallamas” y en 2003 del concurso juvenil de cuentos a partir de la obra de Leónidas Gambartes, organizado por la Municipalidad de Rosario. Entre las antologías en las que fue incluido, citamos: “11 jóvenes poetas – Homenaje a Edgar Bayley”, “Los que siguen – Veintiún poetas rosarinos” (2002), “Perras”, “Fin zona urbana”, “Café con letras – Poetas de Rosario” (1997), “Retratos de poetas” (2000), “Dodecaedro de poetas”, “Álbum de poesía mundial 2014” (Porto Alegre, Brasil, julio 2014). Integra el CD “Voces de Poetas” (1999). Poemarios publicados: “Esta música abanica cualquier corazón” (Homo Sapiens, 1994), “Leña del árbol erguido” (Ediciones Poesía de Rosario, 2000), “Hobbies de hotel” (Ediciones en Danza, 2004), “Intervalo lúcido” (ASDE Asociación Santafesina de Escritores, 2007; Primer Premio “José Rafael López Rosas” 2007), “Los cauces vacíos” (Ediciones Poesía de Rosario, 2011), “Política del otoño” (2013; Premio Nacional “Luis Di Filippo” 2013), “Poemas lumbares” (2014; Premio Provincial “José Pedroni” 2013).

           1 – Integraste un llamado proyecto de escritura colectiva: “El Aro en la Lengua”, junto a Ricardo Guiamet, Federico Tinella, Germán Roffler, Patricio Valverde, Fernando Marquinez, Roberto Lobos y el fallecido poeta Fabricio Simeoni. ¿Quiénes generaron la propuesta y en qué consistió exactamente? ¿Cómo procedían y durante qué lapso? ¿A qué resultados arribaron? ¿Socializaron ese quehacer? Y ya en otro orden: ¿Por qué ocho varones… y ninguna flor?

          LG - La realidad es que el proyecto, según creo recordar, no fue algo programado, sino que resultó consecuencia de una serie de cenas que en esa época se hacían en casa de Fabricio. No te puedo decir si nos reuníamos con regularidad, pero durante el 2004 nos juntamos bastantes veces. Laburábamos “en vivo”,  pero puede haber habido alguna experiencia vía mail. Seguramente el que impulsó la idea fue Fernando Marquinez –él es un poeta que recién este año editó su primer libro en solitario y que participó en varios de manera colectiva-. Usamos distintos métodos, partiendo en general del clásico cadáver exquisito. Unos poemas también se generaron, a sugerencia de Ricardo Guiamet, tomando como base la serie del matemático Fibonacci. Se escribieron un buen número de textos –la mayoría de tono onírico- con la idea de poder publicarlos, pero llegamos a  imprimir plaquetas que repartimos en la edición de ese año del Festival de Poesía de Rosario (y que acompañamos con remeras alusivas). Precisamente hace poco Fernando nos ha movilizado para ver si sacamos un libro ahora. La ausencia de damas se debió simplemente a que se trabajó en reuniones de amigos varones.

          2 – Hemos nombrado a Fabricio Simeoni (1974-2013). Mi único contacto con él ha sido un par de intercambios de libros a través del correo postal. En cambio vos lo has tratado mucho. Otros, que como vos lo han tratado a Fabricio, seguramente agradecerán, Lisandro, que lo evoques como persona y nos des tu opinión sobre su poética.

          LG – Se acaba de cumplir un año de su fallecimiento y realizamos un acto en una cortada de Rosario, la cual –merced a un proyecto donde tuvo mucho que ver el escritor local Marcelo Scalona- ahora lleva su nombre. Es paradigmático, porque en la esquina hay un bar donde Fabricio coordinaba un ciclo, una parrilla donde se lo solía ver y un boliche donde también él era habitué. Como poeta laburaba sobre paisajes surreales urbanos;  jugaba mucho con las palabras, tanto con los sentidos como con el sonido, en clave de distorsión. Era un tipo lúcido y de gran ironía. Yo veía que todos los años editaba más de un libro y consideraba si no debía dejar decantar más los textos. Pero creo que él percibía que, dada su condición física –padecía una atrofia muscular que lo confinaba a una silla de ruedas y no le permitía moverse-, no iba a tener demasiados años por delante y aprovechaba todas las posibilidades editoriales. Sostuvimos nuestra amistad durante alrededor de quince años. Te llamaba la atención su estado, pero enseguida, cuando entrabas en confianza, hasta se generaban chistes que él mismo propiciaba. Cuando sus actividades lo dejaban en el centro por la noche, te llamaba y te ibas a cenar con él y en esos encuentros conocías gente que él aglutinaba. La verdad es que la pasé muy bien, me divertí un montón y se lo extraña mucho –como poeta, pero yo, egoístamente, como amigo y compañero-.

          3 – Vayamos al título de tu cuarto libro: es a modo de introducción que instalás una frase de “De la sucesión testamentaria” de nuestro Código Civil, donde aparece “intervalos lúcidos”, así, en plural, y enigmáticamente firmado con dos iniciales: V. S. Ilustremos a nuestros lectores: las secciones son “Cromático sombrío”, “Intervalo lúcido”, “Papeles personales”, “Mantel al viento” y “Bestiario”. ¿Cómo “se te fue armando”, por qué estas secuencias, por qué el “intervalo” prevalece y nombra al corpus?

          LG – Sí, podría haber sido menos enigmático: “V.S.” no es nada menos que Dalmasio Vélez Sarsfield, redactor del por ahora vigente Código Civil. Dado que mi profesión es la de abogado y siempre trato de mantener separadas las actividades y sus campos respectivos, esto me lleva a exagerar, como en este caso. Las secciones en que se divide el libro responden a que intento agrupar los poemas con algún sentido –fue el poeta rosarino Hugo Diz, quien me ayudó con gran generosidad cuando di mis primeros pasos en la poesía y me enseñó muchas cosas, el que me señalaba que los libros no debían ser meros agrupamientos de poemas y convenía procurar dotarlos de alguna entidad de obra-. “Cromático sombrío” son poemas de amor; “Intervalo lúcido”, textos vinculados al acto creativo (asunto que a mi pesar suele ser recurrente en mi poesía); “Papeles personales”, un par de poemas para mis padres; “Mantel al viento” corresponde a textos publicados en la antología temática “Pulpa” -que reunía precisamente poesía vinculada al alimento-; y en “Bestiario”, como el nombre lo indica aparecen animales –de manera bastante simbólica, ya que si bien los respeto y no apruebo el maltrato, no soy un amante declarado de ellos, y de chico sólo tuve una tortuga, y ahora, por mis hijas, unos peces-. Sobre la recurrencia del título “Intervalo lúcido” en varios poemas –además de darle nombre al volumen-, responde a una iniciativa que tomé de Eduardo D´Anna en su libro “La montañita”, donde titula varios textos precisamente así : “La montañita”. Me parece interesante pensar el lapso de la creación como un intervalo lúcido en el remolino de tantas otras actividades. Eso no quiere decir que la lucidez de los poetas se pueda dar únicamente en esos momentos. En mi caso, en el remolino, son sí intervalos –aunque uno procure tener las antenas atentas el mayor tiempo posible-. Es un libro al que le tengo particular cariño, y además la edición, un aliciente. Fue merced a la obtención de un premio; y la noticia la recibí en un año donde me encontraba en una muy mala etapa laboral –no por lo económico, sino por el agobio que sentía donde trabajaba en esa época-.  

          4 – De “Pulpa” no sabía hasta ahora. Y tampoco tenía presente, hasta que lo leí en tu currículum, otras dos antologías cuyos títulos me despiertan curiosidad –porque viste que la curiosidad parece que está dormida y necesita ser despertada, ¿no?-: “Perras” y “Fin zona urbana”. Entre quienes nos estén leyendo, Lisandro, tenelo por seguro, están los que con la curiosidad despierta quisieran que les cuentes –algo ya apuntaste sobre “Pulpa”-  con detallismo sobre esas tres antologías. ¿Quiénes han sido los seleccionadores, qué autores las integran, qué características gráficas tienen, qué te parecen a vos…?

          LG – Primero me voy a referir a “Perras”, porque las otras dos tienen una vinculación. Fue una antología temática de poetas argentinos que seleccionó Javier Cófreces a raíz del fallecimiento de su perra Mireya, publicada por el sello “Ediciones en Danza”. Como él explica en el prólogo, hay poemas sobre perros de autores de su biblioteca y otros que les fue pidiendo a poetas amigos, entre los cuales tuve el honor de ser incluido. En mi caso compuse un texto para la ocasión –que podría haber estado entre los del Bestiario de “Intervalo lúcido”-. Compartir un libro con Joaquín Giannuzzi, Juan L. Ortiz., Miguel Ángel Bustos, Héctor Viel Temperley, fue una alegría y orgullo enormes. La integran cuarenta y cinco autores, en su mayoría con un único poema. 
          Respecto a “Pulpa” y “Fin zona urbana” tienen un antecedente que fue “Los que siguen”, una selección de autores rosarinos de 2002. En este volumen, inspirados por “Poesía viva de Rosario” de 1976,  junto a Abelardo Núñez intentamos reunir a poetas locales que nos fueran afines generacionalmente –con un criterio bastante laxo- y así llegamos a los veintiuno. Hubo gente que no quiso, por diversos motivos, participar y otros no incluidos que deberíamos haber convocado pero, así y todo, creo que dio un buen panorama de autores que en aquel entonces rondaban los treinta años. Dos años más tarde apareció “Dodecaedro de poetas”, que reunió a once poetas que ya habían sido incluidos en “Los que siguen” más la prologuista de aquel libro, Beatriz Vignoli. La edición la hizo el Concejo Municipal merced a la gestión de María Paula Alzugaray y tuvo como eje temático la ciudad. A partir de ese libro, y siempre a través de la convocatoria, gestión e impulso de María Paula, se editaron tres antologías temáticas más. “Pulpa” en 2006, “19 de fondo” en 2008 y “Fin zona urbana” en 2010. Los temas fueron respectivamente el alimento, la construcción y el campo. Y está próximo a salir “Abat-jour”, sobre la noche. El elenco de cada uno de los libros ha permanecido, en algunos casos, y en otros ha ido mutando, pero siempre con las características de ser autores locales y con alguna proximidad generacional. Si observamos los integrantes de “Los que siguen”, nos mantenemos once poetas de los diecisiete que van a aparecer en “Abat-jour”. Siempre se han incluido varios poemas por autor. La gráfica de los cinco libros ha sido muy cuidada y además, salvo “19 de fondo”, que se abre con un breve texto de Clorindo Testa redactado para la ocasión, cada libro incluye un prólogo escrito por críticos locales (Claudia Caisso, Vignoli, D´Anna y Diego Colomba)."

          ... (continua)


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