CON NOMBRE PROPIO " MANUEL RUANO" ENTREVISTADO POR ROLANDO REVEGLIATTI




De la extensa entrevista que mantuvo Rolando Revegliatti, amigo de TAF, con el escritor Manuel Ruano, un Word muy abreviado con selección de preguntas y respuestas, y un par de poemas especialmente elegido por el protagonista de la nota. 

Manuel Ruano: “Rilke suena en mis oídos como un violín desvelado”


Entrevista realizada por Rolando Revagliatti



Manuel Ruano nació el 15 de enero de 1943 en Buenos Aires (ciudad en la que reside), la Argentina. Habiendo realizado estudios sobre literatura española, se especializó en Siglo de Oro Español. Es profesor honorario en la Universidad Nacional de San Marcos y en la Universidad Nacional San Martín de Porres, de Lima, Perú, donde en 1992 fundó la revista de poesía latinoamericana “Quevedo”. Entre 1969 y 2007 fueron publicados en su país, así como en Venezuela, Ecuador, México y Perú, sus poemarios “Los gestos interiores” (Primer Gran Premio Internacional de Poesía de Habla Hispana “Tomás Stegagnini”), “Según las reglas”, “Son esas piedras vivientes” (Edición Premio Nacional de Poesía de la Asociación de Escritores de Venezuela, Caracas, 1982), “Yo creía en el Adivinador orfebre”, “Mirada de Brueghel” (Fondo de Cultura Económica, México, 1990), “Hipnos”, “Los cantos del gran ensalmador” (Monte Ávila Editores, Caracas, 2005), “Concertina de los rústicos y los esplendorosos”. En 2010 da a conocer su libro de cuentos “No son ángeles del amanecer”. Y en Caracas el volumen “Lautréamont y otros ensayos” (Celarg —Centro de Estudios Latinoamericanos “Rómulo Gallegos”—, 2010), donde también se editó el CD “Manuel Ruano en su tinta”(poemas). En su condición de antólogo, citamos “Poesía nueva latinoamericana” (1981), “Y la espiga será por fin espiga” (1987), “Cantos australes” (1995), “Poesía amorosa de América Latina” (1995),“Crónicas de poeta” (sobre artículos de César Vallejo, 1996), “Obra poética de Olga Orozco” (con estudio preliminar, 2000), “Cartas del destierro y otras orfandades” (correspondencia de César Vallejo, 2006),“Olga Orozco – Territorios de fuego para una poética” (Sevilla, España, 2010), “Vivir en el poema – Homenaje a Carlos Germán Belli” (Sevilla, España, 2013).





      1 — ¿Cómo se te fue generando esa predilección por el Siglo de Oro Español?

      MR — ¿Acaso Boscán no jugó en el siglo XVI en el cambio de la poesía española del Siglo de Oro, junto a Garcilaso, un papel semejante al que realizara Ezra Pound en el siglo pasado, para la poesía de habla inglesa? Pues bien, creo que el amor que sentí desde niño por la literatura española, me llevó a enfrascarme en el barroco peninsular. Lope, Góngora, Quevedo, fueron mis lecturas favoritas a las que vuelvo siempre. En 1992 edité una revista llamada “Quevedo” que se hizo itinerante. Allí publicaba textos raros de Herrera, de Alemán, así como de poetas modernos como César Moro. Por problemas económicos tuve que congelar su aparición. Al menos virtualmente, me sentí el Buscón quevedeano buscando rastros en la terra ignota. Amé la poesía bucólica y sigo amándola como a una mujer que se pierde en la espesura de la historia. Como amé el sentido epopéyico de un poema. Como arte típico, según algunos, de la Contrarreforma, el barroco revitaliza una estética que da vida a la Edad de Oro, donde el fervor religioso reluce y está vivo y fue construida con una anterior Reforma española que va más allá del Concilio de Trento de 1563. En todo caso, aquellos poetas dejaron un sello indudable en la lírica hispana más allá del reinado de Felipe II, que influyó mucho en nuestros poetas de ultramar… Razón tenía Quevedo al exclamar en un soneto: “Tras los reyes y príncipes se vaya/ quien da toda la vida por un día,/ que yo me quiero andar de saya en saya.” La poesía se transforma de época en época y ese es su misterio. Hubo un poeta chileno contemporáneo, Alberto Baeza Flores, considerado del surrealismo hispanoamericano, que dijo de mi poesía algo que me enorgullece: “Aquí está la confluencia del barroquismo hispanoamericano y la aventura expresiva de la poesía más moderna, más actual, más de exploraciones. Manuel Ruano reúne estos ríos neorrealistas mágicos y los unifica en su expresión poética.”



      2 — En 2012 realizaste un viaje de estudio por España “siguiendo la ruta de Rainer María Rilke”.


      MR — Estoy escribiendo un libro en torno a la figura del poeta Rainer María Rilke y su trayecto en España en el año 1912. En vistas a ese periplo por ciudades como Madrid, Toledo y gran parte de Andalucía, realicé un viaje cien años después de aquel recorrido, con el propósito de indagar acerca de las huellas dejadas por el poeta. También reuní cartas y poemas por él escritos en su viaje, y visualicé cuadros que él admiraba del Greco, su pintor mayor, en la sinfonía de las imágenes. Se trata de un peregrinaje que culmina en la ciudad de Ronda, Málaga, entre los años 1912 y principios de 1913. ¿No es esto, en parte, perseguir la sombra de un fantasma agonizante, que va buscando su ideal religioso a la par que reanimando su existencia para proseguir la escritura de sus “Elegías”, a la vez que el clima esencial que lo ayude a sobreponerse a su estado de salud delicado y siempre al borde del abismo espiritual? Rilke suena en mis oídos como un violín desvelado. Más bien, su poesía es un Stradivarius en el conjunto de violines que suenan en una época. Por eso me permití seguir sus pasos por España.


      
      3 — ¿Cuál fue la impronta que sostuvo tu revista?


     MR — En 1992 me invitaron a participar en el Homenaje al natalicio del poeta César Vallejo en la Universidad de Lima. En aquel momento decidí editar mi revista “Quevedo”, número 1. Ya en el editorial, decía: “QUEVEDO, más que un nombre glorioso de las letras universales, es un concepto. Y más que un concepto, una piedra angular en nuestro idioma hispanoamericano que, también, revela una actitud de disonancia en el actual estado de cosas. Por eso, tiene ya el carácter de una justificación para esta revista de poesía, ante la embestida monstruosa y embrutecedora del neoliberalismo transcultural.” Fueron ocho números los que aparecieron. Inéditos de Vallejo, de César Moro, Artaud… Entrevistas exclusivas a Borges, a Gonzalo Rojas... Apócrifos y anónimos. Fue en 1996 cuando dejó de aparecer. De mis comienzos literarios, podría añadir que el dicho que afirma “la letra con sangre entra”, es verdad. Ya que a la edad de cinco años estuve mudo debido a una cirugía
de garganta en el que experimenté que la sangre estaba unida a mi voz. E inventé un lenguaje para comunicarme con los demás. De ahí, pienso, el título de mi primer libro: “Los gestos interiores”. Y más tarde, a los quince años, y trabajando yo en una imprenta del barrio San Cristóbal, que se especializaba en trabajos de timbrado y sobrepujados, tuve un accidente con la máquina alemana que manejaba, al quedar atrapados mis dedos índice y medio de la mano derecha en la impresora. Fue un descuido mío al querer enderezar una hoja de papel seda que se había doblado, en momentos en que el carrito timbrador (así le decíamos) hacía punto de presión sobre el papel y mis pobres dedos. La sangre fluía, como podrás imaginarte, con ganas. En esos días yo ya era un apasionado aprendiz de escritor. Escribía mentalmente y pasaba en papel en los momentos que pedía permiso para ir al baño. Años más tarde, nacería “Quevedo”, después que nuestro país saliera de las sombras y del terror que había implantado una dictadura. ¿Habría que agregar algo más a la frase de Eliot, sobre el hecho de que el tiempo solo vence al tiempo?



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Manuel Ruano selecciona poemas de su autoría para esta entrevista:




DE LAS MUCHAS ENCRUCIJADAS DE CIDE HAMETE BENENGELI



“...volviendo de improviso el arábigo en castellano,
dijo que decía: Historia de Don Quijote de la Mancha,
escrita por Cide Hamete Benengueli, historiador arábigo.”
Miguel de Cervantes Saavedra,
Don Quijote de la Mancha, Cap.IX



Yo, Cide Hamete Benengeli,
encarnadura y voz del sueño y la impostura,
escribí con pluma de ganso mi Quijote en secreto gabinete.
Alá, introdujo esas letras de una ruta de la ensoñación,
de caballero andante, con adarga y armadura, e ilusoria Dulcinea
del Toboso.
Jamás sabré ponerle nombre a las rutas del corazón,
sólo me fío de quien me soñó en graves temporadas con la muerte.
Esas cabalgaduras cierran cualquier herida.
Largas horas pasé con un morisco toledano que tradujo esos folios
y un oscuro amanuense llamado Cervantes,
secretario años ha de un cardenal en Roma,
y soldado del Rey, mutilado en la Guerra de Lepanto.
Yo celebro ser criatura de su sueño y su penuria.

Perdido fui en el jardín de los tropiezos,
argumentando entre sombras glorias fallidas y soldaduras
de la peor especie.
No hubo lugar ni papel de estraza que alcanzara para contar
tan luenga historia,
cuya pertenencia fuera puesta en duda.
Que nadie diga que Cide Hamete Benengeli traicionó a Dios.

Para que ahora hablen de mí,
y me cierren las puertas de la sensatez.
Tan real era el hidalgo don Quijote, que soñó Cervantes,
como aquél puesto en prisión en la noche de los insomnes.
(No lejos está maese Pedro y su mono adivino.)

Los grilletes, trajeron a Cervantes el recuerdo de Argamasilla de Alba,
en la Cueva de Medrano, y no le dejaron dormir...
Pero estos cautiverios, son asuntos para picapleitos,
y han quedado en un libro de actas donde se escritura la fe.

Yo, Cide Hamete Benengueli, escriba de arábigas fronteras,
fui quien dictó a Cervantes el Libro que los soñó a todos.
Y él, me soñó a mí en trágico laberinto.

¡Oh, luna de Mahoma, cuán tétrica es mi alabanza!
¡El mito nos atrapa a todos en su desamparada resurrección!...



(De Homenaje al IV Centenario del Quijote, “Aldaba”,
Argamasilla de Alba, 1605-2005, Ecma. Diputación de Ciudad Real, España.)




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“POR MIRAR SU FERMOSURA"



"Por mirar su fermosura"
Marqués de Santillana


Do van mis ojos por el alba, amiga,
como garza enamorada en amancaes
que te sigue por el sueño y el olfato.
Non va agora la soledad en la pradera,
—dixe—, de fembra prieta y fragante
de flor, febo y torcaza.
Como aquel venadito pardo
(en castellano viejo)
al que canta el corazón desde la herida.
Do se pierde el home, amiga,
en desnudez y ardor de amante.



(De “Los cantos del gran ensalmador”)




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Entrevista realizada a través del correo electrónico: En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Manuel Ruano y Rolando Revagliatti.


Los saluda efusivament.


RR

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