TAF SE MUEVE: JARDÍN BOTÁNICO








También en esta ocasión acudimos, los que pudimos, a la cita mensual de la salida de TAF. 
Como el tiempo puramente otoñal no acompañaba, habíamos elegido la opción B,  Caixa Forum, para ver la exposición "Al silencio"de Cristino Vera y la de "Faraón, Rey de Egipto"; sin embargo, en el momento del encuentro paró de llover, se despejo el cielo y de forma imprevista lució el sol así que, sobre la marcha y a buen paso, cambiamos el rumbo.


Decididos hacer la visita que en un principio teníamos prevista: El Jardín Botánico y sus exposiciones.  ¡Qué buena suerte!.


Siempre es una delicia visitar este lugar, nos encanta perdernos entre sus plantas, observar pequeños detalles de las flores y disfrutar de la belleza de los colores que el otoño nos ofrece en este entorno inigualable. Mientras esperaba a que todo el grupo se reuniera después de pasar por taquilla pude observar con detenimiento el montaje de calabazas y un curioso arbusto, que me llamó mucho la atención por presentar unas bolitas rojas y brillantes, que parecían pegadas entre las hojas oscuras. Una de las guías del jardín me sacó de dudas. 









Se trataba de un pimiento ornamental, creado con fines decorativos y lucía precioso.




A la entrada coincidimos con varios grupos de escolares adolescentes, alegres y alborotados, que rompían el silencio del jardín, sin molestarnos, pues rápidamente tomamos caminos diferentes.  












No podía guardar la cámara, pues cada lugar al que miraba me ofrecía una imagen digna de ser conservada para el recuerdo.















Visitamos la exposición "BARCELÓ VIVARIUM" de Barceló hijo y Barceló madre,  que pese a ser poco extensa nos llevó bastante tiempo.



No queríamos perder detalle, recreándonos en cada motivo, en sus colores, en los dibujos. Nos asombró y dejó una grata sensación.


Los bordados recrean un mundo maravilloso poblado de peces, plantas, insectos, anfibios y muchos motivos del mundo animales. 



Tampoco faltaban otros elementos cortantes: cuchillos, tijeras, sables, espadas... todo ello conjuntado en perfecta armonía para admiración y sorpresa de los que contemplamos esos enormes manteles, estores o lienzos.








También visitamos la tienda, y pasamos un buen rato mirando los libros tan preciosos que venden. 
En la tienda, al fondo, han integrado el mostrador de la cafetería. 
Nos detuvimos a ver un documental de cómo la señora bordaba esas telas con ganchillo sobre bastidor. 

Muy curioso e interesante.



Después nos encaminamos hacia la zona de bonsais; Federico necesitaba hacer unas fotos al Tejo, para ilustrar un relato.
Fuimos paseando por los emparrados, recorriendo la distintas variedades de uva, aunque ahora ya estás un poco perjudicadas por el tiempo. 

La exposición Alas, nos ofreció imágenes e información sobre los pájaros que habitan la isla La Española, en el Caribe, algunos ya extinguidos. 



Antes de dar por finalizado el paseo, no pudimos dejar de pasar por el jardín tropical.




Y terminamos como habíamos empezado: con las calabazas.

Bajo la suave caricia del sol otoñal recorrimos el Paseo del Prado, en esta época con vestido de lunares, debido a los frutos de los madroños, en plena sazón. 


Pilar y Federico dieron buena cuenta de ellos, aunque entre risas y charla todos acabamos sucumbiendo a la dulce tentación.


Paramos a tomar el aperitivo en la "Taberna Faragullas" que ya era hora y necesitábamos un descansito. Aunque el día seguía luminoso el cielo había empezado de nuevo a cubrirse de nubes.  Con el aperitivo empezó a llover abundantemente; pero paró un momento antes de salir a la calle.






Desde allí al restaurante del Hotel Mora solo fue un paseo, lo suficiente para que el cielo volviera a amenazar otra vez con un chaparrón, pero como estábamos de suerte, nos respeto hasta que nos prepararon la mesa y nos sentamos a comer.  




No hay nada como llegar a tiempo, la suerte caminaba delante de nosotros y conseguimos una mesa apartada, tranquila y frente a un enorme ventanal a resguardo del aguacero qu a penas nos sentamos, no tardó en caer.


Tras los postres paró y aquel diluvio pareció imaginado. Estaba claro que era un día con suerte.




Tomamos el café en el salón "Tablafina" del hotel NH Nacional, muy tranquilo y agradable, aunque ni con leche ni solo, ni siquiera el descafeinado estaban buenos, pero como nosotros seguíamos dispuesto a disfrutar, también lo hicimos de ese ratito. 


Desde allí, otra vez sin lluvia, nos encaminamos a la tertulia donde nos esperaban Alejando y Begoña, aunque hicimos una parada más, para comprar la lotería de navidad, pues un día con tanta suerte hay que aprovecharlo.

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