TAF SE MUEVE: ASIA Y EL MUSEO NAVAL



El miércoles pasado, TAF organizó su salida mensual. Tuvimos que adelantar la hora de encuentro pues queríamos visita la exposición "ASIA Y EL MUSEO NAVAL". La visita guiada era a las 11,30 y, gracias a la amabilidad del Luis Antonio, el guía, pudimos unirnos a otro grupo que la tenía ya concertada. El Museo está cerrado por obras y esa iba a ser la última hora a la que permitirían entrar, pues había previsto un acto con visita de autoridades, por lo que las medidas de seguridad era excepcionales. Afortunadamente llegamos a tiempo todas las que íbamos, pues muchos eran los miembros de Taf que por diversas razones no iban a participar en esta salida. Como todo tiene su compensación, tuvimos la suerte de entrar por la puerta de Montalbán y ver la maravillosa escalera, que de otro modo no habríamos conocido.  Nuestro guía nos explicó que  esa escalera está hecha con mármol traído de Carrara en 1871, por Amadeo I, pues su esposa estaba empeñada en construir un teatro de la opera en Madrid, y como dicho proyecto nunca llegó a realizarse, este valioso material estuvo guardado hasta que en 1928 se decidió utilizarlo para construir la magnífica escalera, que en 1931 se inauguró y en 1932 se trajo a este edificio el Museo Naval. No solo la escalera vale la pena visitar, sino también merece la atención la vidriera del fondo y el techo, y toda lo que alcanzamos a ver desde allí, pues nos pareció una verdadera maravilla. 


Nuestro amble guía nos fue contando la historia del Museo y como desde su apertura hace 175 años, este museo fue adquiriendo numerosos objetos de origen oriental, que eran traídos por los marinos en la mayoría de los casos, hasta conseguir una colección única por su contenido y calidad.  La muestra reúne más de 150 objetos y documentos de una docena de países y aunque ya conocíamos algunos de ellos, muchos son exhibidos por primera vez, recuperando una parte poco conocida de la historia que nos acerca al conocimiento que tenía España sobre Oriente. La Armada cumplió un papel fundamentar para conseguir información sobre la ciencia, la diplomacia, el espionaje y el arte en Asia.

La exposición está dividida en cuatro partes:


- Relación con Asia a través del mar. Las colecciones de culturas orientales del Museo Naval se originan mediante las relaciones marítimas entre España y Asia, y llegan de las Colecciones Reales y de todo lo relacionado con la ruta comercial del galeón de Manila.

Como parte de este sección pudimos disfrutar de la proyección de un interesante documental sobre la historia y contenidos de esta magnífica exposición.
Especial mención tienen los cuadros, e ilustraciones en tinta, aguada y acuarela que ilustran los tomos de tratados sobre historia y ciencia que también forman parte de esta muestra.

- Gabinete Chinesco. Entre 1840 y 1880, muchos marinos destinados en Filipinas enviaron materiales con el fin de ampliar la colección, y se creo una nueva sala: "Gabinete Chinesco",  para dar a conocer  las culturas asiáticas en España.

















- Acciones de espionaje y diplomacia. Algunos objetos reflejan los conflictos y alianzas entre España y el Sudeste Asiático.


 - Colecciones particulares, en esta última sección se muestra una heterogénea colección de objetos donados al museo tras haber sido parte de colecciones privadas.










Recorrimos la exposición, deteniéndonos poco en algunas secciones, porque íbamos con el tiempo justo y eran muchas las explicaciones y curiosidades que nuestro guía nos iba contando, finalizamos en la sala en la que se muestran algunos mascarones de proa de conocidas embarcaciones, como el primero que tuvo el Juan Sebastián el Cano, o de Azor, la visita se dio por finalizada, pero cuando nos disponíamos a abandonar el recinto nos dijeron que de momento no podíamos salir, hasta conseguir la correspondiente autorización, así que mientras esperábamos que nos avisaran, el señor que nos había guiado durante todo el recorrido, aprovechó para seguir explicándonos cosas, ahondando en la historia del Museo y sus diversas sedes a lo largo de los años; también nos habló del submarino de Isaac Peral, frente a una representación del mismo.


  Había sido muy interesante y cuando llegamos a la calle nos vimos inmersas de nuevo en una preciosa mañana, que pese al frío invitaba al paseo, así que como aún nos quedaban ganas de ver más, entramos en la exposición "Disello", instalada en correos, en el Palacio de Cibeles, consistente en diseños de sellos realizadas por niños, jóvenes y adultos como parte de un concurso.  

Algunos nos sorprendieron por su originalidad, belleza, colorido, etc., aunque tenemos que reconocer que los diseños ganadores nos dejaron más bien frías, pues todas preferíamos otros, aunque como no eramos parte del jurado nos conformamos y disfrutamos de todos.


A la salida recordamos la vida que tenía aquel lugar y lo vinculadas que nos sentimos algunas a sus servicios durante un periodo laboral concreto, así que entre nostalgia y alegría nos hicimos una foto en los buzones, por supuesto en el de Madrid, nuestra ciudad.
 













Como la mañana nos estaba cundiendo de lo lindo, decidimos dar un paseo hacia la zona de Sevilla, y cogimos la calle de Alcalá desde la plaza de Cibeles, mientras caminábamos tranquilamente sin perder detalle de los edificios íbamos comentando curiosidades: "que si allí estaba el teatro que se quemó, que si desde la terraza del Circulo se ve todo, que si aquí había una oficina del Ministerio de Educación, etc." y así llegamos hasta Sevilla, donde nos despedimos del caballero, muy próximo a TAF, que gentilmente nos había acompañado hasta ese momento y al que ya esperaban sus amigos para comer. 
Entre ruido y obras de Canalejas y calle del Príncipe terminamos,  antes de buscar un lugar para tomar el aperitivo, pues ya iba siendo hora y el cansancio, la sed y un poco de hambre también, habían empezando a dar avisos a nuestros cuerpos.  Elegimos “Prada a tope” para los vermús y las cervezas acompañados de una exquisita ración de lacón con cachelos. 

Puntuales acudimos a "Las fatigas del querer", donde habíamos quedado con Cruz, en la calle de su nombre. Nos habían recomendado este restaurante varias personas, y aún no habíamos llegado a ir. Pronto nos dimos cuenta que había sido un acierto por sus platos. más que abundante, y muy ricos. Llevábamos un día estupendo, disfrutando mucho, y la comida siguió en la misma tónica. Los postres fueron lo más flojo, pero con todo lo que nos habíamos comido nos los podíamos haber ahorrado. 

Al levantarnos de la mesa comprendimos que el paseo era obligado, así que nos fuimos a tomar café al Hotel Urban, en la Carrera de San Jerónimo, no solo para disfrutar de su capuchino, los bombones de yogurt y peta-zeta y de chocolate, y de la armonía en blanco y negro de su cafetería, además, seguimos en nuestro afán y admiramos las tallas de su muestra de arte de Papua Nueva Guinea, que forman parte de la decoración de todo el hotel, y tiene un pequeño museo en la planta menos uno. 



Luego nos animamos a visitar 
también su terraza, para ver los tejados de edificios cercanos y emblemáticos, y allí nos sorprendió un mensaje de nuestra compañera Begoña, que ya estaba esperándonos en nuestro nuevo lugar de reunión, así que raudas salimos y corrimos a la parada, cogiendo un autobús a todo prisa, para no hacerla esperar. Lo malo, es que en nuestra precipitación cogimos una línea poco habitual para nosotras y con la charla y las risas, no nos dimos cuenta de bajarnos en Velazquez, ni en Goya, ni en Conde de Peñalver y cuando quisimos recordar nos saludó la Plaza de Toros; terminamos en el Parque de la Avenidas, donde por consejo de otra usuaria del bus equivocado que escuchó nuestra conversación, cambiamos de linea y con casi una hora de retraso, más divertidas que cansadas nos reunimos con nuestra compañera, que afortunadamente había llevado un libro y no había perdido el tiempo mientras esperaba.
Suspiramos, tomamos aire, nos disculpamos por la tardanza y nos metimos de lleno en la tertulia, que teníamos muchos asuntos que resolver, pues ya estamos inmersos en la edición de nuestro nuevo libro.
Y así transcurrido la tarde, tomando decisiones, puliendo flecos, leyendo cuentos, riéndonos, y corrigiéndolos, como es habitual.
Esta salida de febrero la recordaremos como estupenda en todos los aspectos, pues fue un día completo, redondo y muy muy divertido, y es que "un día de chicas" siempre esta bien.


1 comentarios:

begoña antonio dijo...

¡Menudo paseo bonito, la próxima salida ojalá no me la pierda!