TAF SE MUEVE: FUNDACIÓN TELEFÓNICA NASCA


Madrid ya huele a flores y primavera y, aunque con sol, nos encontramos en una mañana ventosa y fresquita en la Fundación Telefónica para visitar la exposición NASCA, BUSCANDO HUELLAS EN EL DESIERTO.

Narra la historia de la gente que pobló la cuenca del Río Grande de Nazca hace dos mil años.
En la árida costa meridional peruana, entre aproximadamente el 200 a.C. y el 650 d.C., se desarrolló Nasca, una de las culturas más fascinantes y enigmáticas de los Andes prehispánicos. 
Desde su descubrimiento a inicios del siglo XX, Nasca ha deslumbrado al mundo. 


La muestra exhibe junto a fotografías y gráficos una representativa selección de cerámica, tejidos y objetos en metal, así como los enormes dibujos conocidos como líneas o geoglifos que fueron plasmados sobre las pampas, cuya naturaleza y función ha sido materia de grandes debates.
Los nasca representaron imágenes inspiradas en su entorno no solo como una celebración de la naturaleza, sino también para simbolizar las fuerzas sobrenaturales que –según sus creencias– afectaban la vida de los hombres. 


Por ejemplo, la cerámica, con una extensa colección de piezas muy originales, bien trabajadas, decoradas con motivos de aves, seres marinos, frutos, escenas de agricultura y pesca, pero también seres híbridos, personajes sobrenaturales que pertenecen a un mundo paralelo.  Nos encantaron los colores bruñidos, de delicada factura.





También había una colección de instrumentos musicales realizados en arcilla, una especie de quenas, cuyo sonido ameniza la muestra, aunque después de escucharlo un buen rato resulta un tanto cansino. El tambor que aparece en la imagen de arriba tenía unas dimensiones enormes y era muy original.
Conchas y elementos metálicos, utilizados como adornos.


Los tejidos, muchos de ellos encontrados en enterramientos y fardos funerarios, también forman parte importante de su cultura. Las muestras que se exhiben nos impresionaron por sus complicado diseños y colorido.

Las diferentes representaciones del Ser Mítico Antropomorfo, las batallas, la caza de cabezas trofeo, los ancestros y los apéndices serpentiformes son algunas de las imágenes que ilustran los mitos y rituales que se materializan en los finos tejidos con el objetivo de perpetuarlos, invocar el poder divino y asegurar así la supervivencia humana en la tierra. 



Sobre una superficie de más de 500 km2 los antiguos pobladores de Nazca transformaron un terreno pedregoso en un espacio ritual definido por miles de líneas y figuras. Estas marcas en la tierra se conocen hoy como geoglifos, término que significa “grabados en la tierra”. 
Los geoglifos se forman fundamentalmente a través del contraste de colores, que se produce debido a la composición geológica de las pampas. El viento fue despejando gradualmente la arena de la superficie, dejando una espesa capa de piedras pequeñas que, debido a procesos de oxidación, fue adquiriendo un tono oscuro. Para elaborar un geoglifo, bastaba entonces con retirar esta capa, extrayendo manualmente las piedras y dejando a la vista el sedimento claro y arenoso que se encontraba debajo.

Nos gustó mucho la exposición, sorprendente e interesante, si la visitáis no dejéis de ver los vídeos y reportajes audiovisuales. 
Tras disfrutar de la muestra volvimos a la calle, y nos golpeó de nuevo un viento serrano, aunque aprovechamos para dar una vuelta por las inmediaciones de Gran Vía, con el fin de localizar un restaurante en el que comer, de entre dos o tres que nos habían recomendado. 
El aperitivo en esta ocasión fue en El Mercado de la Reina; acompañando a los inevitables vermús de grifo, tomamos un poco de chorizo picante y unas deliciosas berenjenas con miel de caña, crujientes y sabrosas. 





La comida en "La Gloria de Montera" estuvo bien.





Para el café decidimos ir al Hotel Emperador y así bajar un poco el abundante almuerzo y estirar las piernas. Allí vimos una exposición de pintura que Cruz nos recomendó y con los cafés empezamos la tertulia semanal, en esta ocasión cambiando el enclave. 









Cuentos con pastitas y pasteles; risas, correcciones y sugerencias para los relatos que amenizaron las infusiones y el encuentro semanal. En esta ocasión la reunión contó con menos integrantes de lo habitual, pues por distintas circunstancias personales de nuestros compañeros, fuimos pocas las personas que acudimos a la cita mensual, aun así, lo disfrutamos, con más tranquilidad  de lo acostumbrado, eso sí. 

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