CON NOMBRE PROPIO

REPROCHES

Ino Romero – Feb 2010

     Carlos abrió el paraguas al salir a la calle y se enfrentó a un cielo plomizo que cerraba el paso a cualquier atisbo de luz solar; marco singular para una mañana gris como el pavimento resbaladizo, mezcla de lluvia y suciedad.

     Marta había lanzado su propuesta, como una granada de mano sin anilla, en medio de la habitación, y él la rechazó de plano sin considerar lo importante que era para ella. Más tarde se sintió responsable del intercambio de reproches que se habían cruzado, cada vez más afilados y dolorosos, que flotaron ingrávidos e invisibles entre las cuatro paredes de la habitación.

     Carlos cedió el paso en la estrecha acera a una anciana de andar renqueante y pensó en la inutilidad de tanto correr para, al final, quedar varados como una barca con vía de agua. También reflexionó sobre el daño que nos hacemos a veces por hablar irreflexivamente, él acababa de hacerlo.

     Marta tenía puesto su camisón preferido, el azul, y sus brazos desnudos caían a lo largo del cuerpo, vencida antes de luchar. Esa actitud de abatimiento causó en Carlos más enojo que sus palabras, por muy cortantes que le parecieran, y provocó la primera chispa.

     Caminaba sorteando los paraguas de otros viandantes y pensó en llamar desde alguna cabina para pedirle perdón; sin embargo, desistió ante el temor de que ella pudiera colgar el teléfono. Un gesto así sumaría más piedras a la muralla que ambos empezaron a construir hacía más de treinta minutos.

     ¿Ayudan unas horas de ausencia y unos kilómetros de separación a curar las heridas que dejan los reproches o acaso las empeoran y las cierran en falso? - se preguntó Carlos. Él no lo sabía y tuvo miedo. Plegó el paraguas y corrió hacia su casa sin preocuparse de la lluvia y sin sortear los charcos.

     Al entrar en su portal un tímido rayo de sol acaricio su espalda mojada.

4 comentarios:

PILARA dijo...

¡Cuántas veces tendríamos que contar hasta tres antes de hablar!
Buen texto y estupendo final con ese rayo de sol que lo simboliza todo.
Bienvenido a nuestro blog, esperemos que no sea la última vez.

Graziela dijo...

Ino: gracias por compartir con nosotros tu cuento, espero que sigas haciendo aportaciones a este blog. Este relato supone toda una reflexión a tener en cuenta. Creo que la foto ilustra perfectamente el texto.

Cartas dijo...

¡Qué alivio ese final! Un relato para pensar. Gracias, Ino

INO dijo...

No pensé nunca que daría las gracias por verme "colgado", pero quedó muy bonito con esa preciosa foto.
Besos - Ino