LA CABALLERÍA ROJA IRRUMPE EN LA CASA ENCENDIDA
El proyecto engloba una gran exposición encuadrada en los años que van desde la marcha de la primera caballería roja en la Guerra Civil (1918-1921) a la intervención de la caballería roja en la Segunda Guerra Mundial (1941-1945). El título alude también a dos obras maestras homónimas de la época: el libro de relatos de Isaak Bábel y la famosa pintura de Malévich, que abre la exposición.
La Caballería Roja es un viaje artístico-cultural de los años 20 y 30 en la Rusia soviética a través de creaciones pictóricas, cinematográficas, teatrales, musicales y gráficas de los primeros años de la construcción del socialismo, con la colaboración, voluntaria y entusiasta en algunos casos, impuesta y forzada en otros, de los creadores: escritores, músicos, artistas, directores teatrales y cineastas, aunque de mayoría de esas creaciones apenas trascienden fueran de sus fronteras.
En los primeros años veinte se pierden casi todos sus artistas e intelectuales depurados, encarcelados, deportados o muertos, muchos silenciados por el régimen otros por miseria y hambre como es el caso del pintor Filómov; algunos tuvieron más suerte y se exilaron, la mayoría a París.
La obra pictórica es cosiderada un arte burgués del pasado, deja de ser “ornamental” y pasa a ser una pinturas sin objeto dando pie al nacimiento del constructivismo.
Por otro lado, el movimiento denominado “realismo socialista” se utiliza con fines propagandísticos, estrategias para conectarse con la nueva realidad social que se estaba construyendo, con la consiguiente aniquilación del individualismo y cualquier talento creativo por parte de Stalin al final de los años 30.
En el campo de la literatura la muestra ofrece desde manuscritos de los poetas de la edad de plata -Ajmátova o Mandelshtam-, las sátiras de Bulgákov o Olesha y las obras de los llamados compañeros de viaje -Bábel, Pasternak o Pilniak-, hasta las novelas heroicas que se escribieron para ensalzar las grandes obras de los planes quinquenales.
Anna Ajmátova se dirigía a la prisión de Las Cruces con sus ropas raídas, su dignidad y su dolor. Desde los veinte años, el hijo de la poeta, a menudo estigmatizada por la Unión de Escritores, y de tanto en tanto rehabilitada, había estado en la diana del terror estalinista.
“Nos levantábamos como para la misa del alba,/cruzábamos la ciudad embrutecida/ y, más muertas que vivas, nos encontrábamos allí”.
En la dedicatoria de su desgarrador poema “Réquiem”, Ajmátova rinde homenaje a todas aquellas madres y esposas con quienes coincidía a las puertas de la cárcel de Leningrado.
Te llevaron al alba,
y fui tras ti como en un entierro.
En el ático oscuro lloraban los niños,
y ante la imagen sagrada se derretía la vela.
En tus labios estaba el frío del icono
y un sudor mortal en tus cejas... ¡No lo olvidaré!
Como las viudas de los Streltsy
aullaré bajo las torres del Kremlin
Con la “liberación” de los archivos secretos de la Lubianka están saliendo a la luz los procesos de represión, y el silenciamiento a los que fueron sometidos artistas e intelectuales que desaparecieron en las brutales purgas promovidas por Stalin, a pesar de la imagen de orden, serenidad y productividad que en los años postreros pretendió ofrecer al mundo y que plasmó en este lienzo Aleksandr Deineka
Paralelamente a la exposición hay programadas una serie de actividades como cine, conciertos, propuestas escénicas y conferencias.
(Hasta el 15 de enero de 2012)
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