Lui Antonioli
Querida Laura:
He
tardado un poco en escribirte, no por falta de interés sino por la
imposibilidad de hallar las palabras adecuadas. Te confieso que no
las he encontrado, pero no esperaré más para decirte todo lo que
siento. Y es que la triste noticia que Graciela me comunicó, me dejó
tan abatida que no supe reaccionar.
Siempre hemos estado todos
pendientes de tu salud pero, insólitamente, no de la de Gustavo.
Nos preocupábamos de los viajes,
de las clases en universidades en el extranjero, de las conferencias,
de los congresos en países exóticos, lejanos, y esperábamos verte
al regreso sin acusar el cansancio que tu delicada naturaleza debía
soportar.
Tu dedicación a la enseñanza y
a los libros, que tanto compartías con Gustavo, siempre fueron una
lección de vida para todos nosotros.
Ahora, la tremenda noticia, me
dejó tan sorprendida que me cuesta asumirla.
Ya sé que es obvio que te diga
que yo pasé por lo mismo y, como todavía no lo tengo olvidado, me
siento con muy poca autoridad para hablarte y en cierto sentido,
consolarte. Te diré lo que me pasó a mí, si es que de algo sirve
esta vivencia.
Los primeros tiempos fueron más
llevaderos que ahora. En un principio me ilusionaba pensando que la
ausencia era debida a un viaje y que pronto regresaría; vivía
pendiente de ese posible pronto regreso.
Luego comenzó la angustia en ver
que la ausencia se hacía cada vez más larga, que el desamparo
empezaba a apoderarse de lo cotidiano, de la cama vacía, del cepillo
de dientes ausente, del café con una sola taza… Cuando el olor de
su persona se desvaneció de la casa, entonces comencé a sentir que
posiblemente ese sería el futuro, y allí llegó el golpe. La
soledad se introdujo en todo lo que me rodeaba, y en mi vida.
Después de tantos años sigo
igual; espero y deseo que no te suceda lo mismo.
Ya ves por qué no puedo
encontrar palabras para ayudarte en estos momentos.
Lo único que pretendo es que
supieras lo mucho que comparto contigo el dolor, lo cercana que me
siento a tu angustia, pero tienes tu trabajo, tus alumnos, tus
editores; tienes donde refugiarte y, sobre todo, tienes miles de
amigos sinceros que te ayudarán en este período.
Cuenta conmigo, por favor.
Un abrazo inmenso y la esperanza
de reencontrarte en un futuro próximo.
Siempre contigo.
Lucia
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