Hasta el 2
de marzo de 2014 La Fundación Telefónica acoge una selección de los fondos de
fotografía contemporánea de su Colección, que plasma algunas de las tendencias
más representativas de la fotografía desde 1973 hasta 2006. Unos años de
profundo cambio en la forma de concebir el uso de la fotografía en el ámbito
artístico y que determinó su incorporación definitiva a los circuitos del arte.
La exposición, con más de 50 obras, se centra en este momento de la historia del arte y analiza sus consecuencias. Partiendo de un estado de la cuestión, representado por las obras de Richard Prince, John Baldessari y Sherrie Levine, nos adentramos en la fotografía de los ochenta en un recorrido que se bifurca inicialmente para luego ir mezclándose. Los dos caminos posibles indican las principales referencias que marcan la fotografía de esos años. Por un lado, Jeff Wall y el posmodernismo americano, y por el otro Bernd y HillaBecher con la Escuela de Dusseldorf.
En la
parte americana el tema central es la crítica de la representación fotográfica iniciada por Wall
con sus imágenes de gran tamaño, que mantienen a la vez conexiones con lo
pictórico, en las dimensiones de la obra, y con lo documental, en la falsa
apariencia de la imagen.
Prensa, revistas y libros eran el soporte tradicional para que las fotografías llegasen al gran público.
Al
otro lado del Atlántico, los Becher marcan el camino a sus alumnos una una
relectura de las vanguardias históricas que retoma algunos de los valores de la
Nueva Objetividad y, desde luego, de la fotografía científica: distanciamiento
y sistematicidad. Los alumnos de los Becher integrados en la llamada Escuela de
Dusseldorf adoptan estas pautas de distinta manera y la mayoría van incorporando
el uso del color a su obra.
Pero
la indudable influencia de los maestros es perceptible en todos ellos, al igual
que la deducción lógica que sus tipologías imponen: la ruptura de la relación
entre la imagen y su objeto. Si algo deja claro la Escuela de Dusseldorf es que
la imagen es lo que ves, algo producido, en cierto modo, a partir de lo real.
Lógicamente,
las ideas de estas dos corrientes mayoritarias han ido calando en el resto de
la comunidad artística y, a su vez, han ido evolucionando y mezclándose. De ahí
que tras la apertura de la muestra con estas dos tendencias claramente
señaladas, el recorrido invite a cruzar de un lado a otro de la sala y a
contemplar las ubicaciones intermedias, tanto espacial como conceptualmente,
planteando con ello el final de otro de los mitos de la modernidad: el rigor
clasificatorio.
1 comentarios:
Viendo esta reseña me apetecía visitar la exposición y he estado hoy. Me ha parecido interesante y me han encantado una enorme de un edificio con la fachada de cristal en la que se reflejaba la calle, y un mural hecho con más de treinta fotografías del horizonte.
Muy interesante
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