PINCELADAS Y TRAZOS: RAMÓN CASAS. "La modernidad anhelada"



Llega ahora a Madrid la sugestiva exposición "La modernidad anhelada", con motivo de la conmemoración del 150 aniversario del nacimiento de Ramon Casas (1866-1932), una oportunidad magnífica para reencontrarnos con su obra.





Atrevido, bohemio y convencido de que vivía a las puertas de un "nuevo tiempo" de modernidad y ruptura de academicismos, el pintor Ramón Casas y Carbó, supo comprender la eclosión que llamaba a su puerta y fue uno de los precursores de la nueva sensibilidad que se adivinaba con la llegada del siglo XX. 
 

En la muestra se exponen 145 obras; un recorrido por la construcción de su identidad artística, la vida bohemia, su atracción por los temas populares españoles... 145 obras no sólo suyas, también de otros artistas coetáneos que le influyeron y compartieron con él tiempo y espacio: Sorolla, Rusiñol, Romeu...


A caballo entre el deseo y la realidad, la obra de Casas estuvo asimilada a un gran número de influencias estéticas y artisticas: la fotografía, el cartel o la estampa japonesa.  



La modernidad anhelada está dividida en cinco apartados:
La construcción de una entidad artística, su primera etapa presidida por la filiación a la obra del maestro Carolus Duran.
La pulsión bohemia que llevó a Casas a viajar a París cuando era un adolescente de 15 años.

 











En enero de 1897 abrió sus puertas en Barcelona la cervecería Els Quatre Gats; el local se convirtió en un centro cultural alternativo y estimulante para la creación artística. 



En el apartado de la paradoja del artista moderno, resulta chocante que en un artista cosmopolista se sintiese atraído por el cultivo de los temas populares.






En el apartado de las entidades ambivalentes toma especial protagonismo la mujer. Casas alcanzó gran repercusión y fama como retratista, sobre todo tras los elegantes óleos que pinto de una de sus musas y amantes, quizás la más significativa, la vendedora de lotería Julia Peraire a la que conoció siendo apenas una adolescente y que pasados los años sería su esposa.  


Recibía encargos de la alta sociedad, para realizar retratos de mujeres pertenecientes a una clase social que cultivaba el hedonismo y el esteticismo decadente de finales del siglo XIX, pero empiezan a mostrarse emancipadas y activas.





También se incluyen en el recorrido piezas que presentan a Casas como un hombre avanzado en cuyas obras aparecen automóviles, bicicletas y lavabos, que no hizo ascos a dedicarse al cartelismo publicitario




La poética de la multitud deja patente que también fue un minucioso observador social, con escenas curiosas de masas, algunas de gran dramatismo como La carga de la Guardia Civil, a caballo y sable en mano, reprimiendo a obreros en huelga, o El garrote vil, el ajusticiamiento público de un hombre acusado de asesinato. 
 


También plasmó otros momentos más amables como una procesión, la concentración de gente esperando el resultado del sorteo de lotería o el Teatro Novedades. 




Aunque era notorio y famoso, Casas se encontró en más de una ocasión con dificultades para comercializar algunas de sus obras más atrevidas, porque parte de su clientela era "refractaria" a algunos planteamientos de la modernidad.


La muestra, que se podrá visitar hasta el 11 de Junio, incluye piezas de Toulouse-Lautrec, Santiago Rusiñol, Joaquín Sorolla, Pablo Picasso, Joaquín Torres-García, Singer Sargent o Julio Romero de Torres, entre otros.
 


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