TAF SE MUEVE: REAL JARDÍN BOTÁNICO



 A los integrantes de TAF nos gusta visitar el Jardín Botánico un par de veces al año y también las exposiciones que pueden verse allí, por eso decidimos acudir para celebrar el otoño y la primera salida de este curso 2017-2018.
El día, casi primaveral, infundía alegría y la colección de calabazas que nos esperaba nada más traspasar su puerta fue el presagio de una mañana maravillosa. 
Perderse por sus senderos, con la mirada atenta a las dalias, o flores multicolores que nos alegraban la vista: las aromáticas, los tonos ocres o verdes intensos de sus árboles, muchos de ellos singulares, nos acompañaron por senderos y vericuetos.





Caminamos hasta el Pabellón Villanueva para ver la primera de la exposiones: "El florero en flor" de Jorge Diezma recientemente inaugurada, ofrece según su autor,  "la Naturaleza muerta desde una visión contemporánea".



Antes de la llegada de las flores, las paredes de una casa holandesa estaban desnudas; también lo estarán, siglos después, las paredes de la casa minimalista, cuando remita la fugaz exuberancia vegetal del hogar modernista. Pero entre medias se ha producido una transformación brutal: un desborde de los ciclos naturales.



En estos cuadros, y en las paredes que adornaban, se juntaron todos los tiempos. Las flores no aparecían como el desarrollo del discurso natural; su ritmo se había alterado. Era la plasmación de una nueva tecnología, donde las estaciones han desaparecido, como en un sueño, y la flor de otoño convive con la de primavera; objetos que sólo podían verse en el lejano Oriente se veían ahora junto a aquellos del Mediterráneo.





Ya no hay recogimiento, sino recolección. En el nuevo festín universal ya no se oían el griterío, las peleas o la música de quienes sólo tienen un día para celebrar; ahora había quien podía tener el universo entero en la privacidad de lo doméstico.




En aquellas tierras bajas, en esos días, cuando el clima golpeaba tanto como las enfermedades o el hambre, muchos aventureros de la agricultura en miniatura "buscaron en sus pequeños jardines y macetas el placer de pasear por prados y campos abiertos".
              




Nos dejó muy impresionados el montaje de cuadros precedidos y seguidos por paneles de colares, Con los que Jorge Diezma nos devuelve a esos hogares aunteros y vacios.

La siguiente exposición:

Parque Natural de José Ramón Ais,
está compuesta por doce fotografías en las que se ofrecen diferentes vistas de un parque natural ficticio.

Un camino y un río recorren cada imagen, proponiendo una ruta por una sucesión de escenas: paisajes idealizados construidos a partir de estereotipos, referencias pictóricas y herencias visuales con las que se ha construido nuestra mirada sobre la naturaleza a lo largo de la historia.











El autor, posee un archivo fotográfico creado desde su entorno más próximo y va eligiendo distintos elementos del mismo para componer con ellos cada imagen digital. 
No son los típicos paisajes bucólicos, pues todos ellos presentan terrenos abruptos, desniveles, rocas... Entre el hiperrealismo y el romanticismo pictórico, con todo tipo de detalles. Imágenes de supuestos parques naturales, a caballo entre la ficción de la preservación de la naturaleza y el mito del retorno a los orígenes. Imágenes que no te dejaran indiferente, que atraen la vista para captar hasta los mas pequeños detalles, una flor, un palo con liquen, el reflejo en un charco... Todo llama la atención y el conjunto resulta sorprendente.



En definitiva, Parque natural plantea un paseo por 12 paisajes explorando los mecanismos de construcción de nuestra mirada sobre la naturaleza pero, sobre todo, intenta ofrecer la sencilla experiencia sensorial de un paseo.


Aprovechamos la ocasión para hacer una foto testimonial, delante del Pabellón Villanueva,  pues no es muy habitual que podamos coincidir todo el grupo en una misma salida.





Con los ojos llenos de color salimos de nuevo al sol para dirigirnos a la zona de bonsáis, dando un delicioso rodeo entre pyracanthas, mimosas, quercus, cotoneaster, sequeoyas. Nos llamó la atención una de ellas de tronco precioso, calificada como árbol singular, considerándola de las más pequeñas, tiene solo 40 metros, aunque desde abajo nos parecía impresionante. Las aromáticas, y una serie de árboles y arbustos procedentes de Japón, nos sorpendieron por su floración y semillas, como el magnífico ejemplar de Ehretia dicksonii, originario de Asia oriental; es un árbol caduciforo que durante este mes se cubre de llamativos racimos de frutos drupáceos, de un llamativo color yema, está situado en la zona de las terrazas de las escuelas botánicas; pudimos hablar con una simpática joven que nos explicó sus características y, además, se prestó a hacernos una foto bajo el mismo. Merece la pena acercarse a verlo pues ofrece un aspecto espectacular.

La última exposición del día dentro del Real Jardín Botánico, última por la ruta aunque no por eso menos interesante, era la titulada "Caminando entre bonsáis", de fotografias realizadas por Manuel Preto


Los estudios arquitectónicos de Manuel Preto están patentes en este trabajo integrado por veinte obras que permiten conocer mejor la colección del Real Jardín Botánico y en el que, tal y como apunta, "se puede ver en el juego de escalas, en la iluminación, en la perspectiva... Es a través de la escala con la que pretendo engañar al espectador, haciéndole dudar de si lo que está viendo es en realidad un bonsái".  


Imágenes de árboles o bosques con animales, como la titulada  "rutina" con un pequeño panda que descansa perezoso sobre un tronco, o "calma" con la camada de unos perros labradores cobijados debajo. 
Las fotos, divertidas, inquietantes, misteriosas, tienen nombres sugerentes: Relax, con una mujer leyendo dentro del tronco de una sabina; recuerdo, excursión, siesta, santa compaña, criatura, escondite, Atardecer, pinos silvestres y entre ellos, un unicornio; "acecho" o "despertar" son otros de los nombres. En ellas se pueden ver desde una abeja a un colibrí. Oso pardo, lobo, un lince, guepardos y  hasta un dinosario habitan este mundo creado por Preto, que nos hizo disfrutar y sonreir.  Imágenes que sugieren historias, que hacen buscar entre la frondosidad de unos árboles que parecen inmensos a nuestros ojos y realmente no levantan ni un metro del suelo. Un juego ideado por su autor para hacernos pensar, que transmiten buena energía y te hacer salir de la sala en la que se encuentran con una sonrisa en los labios.







"Desde que apeé en Madrid, hace ya dos años, la ausencia de mar me ha llevado a caminar mucho por el parque del Retiro y por el Real Jardín Botánico, explorando sus rincones, sus árboles singulares, sus luces y sus sombras.

Paseando por el Jardín, una buena mañana me topé y contemplé ensimismado esos

pequeños seres vivos que poseen, a la vez, el porte de un árbol y la delicadeza de un haiku”.



En algunas de las obras el artista asegura haber dado pistas de la auténtica escala del bonsái, en otras ha eliminado cualquier referencia, dificultando un poco más el juego con el observador y dejando que se recree con estos modernos trampantojos y acepte que todo puede ser grande o pequeño, dependiendo de con qué se compare.

Paseando por la terraza de los Bonsai
como si de un delicado sueño se tratase,
animadas sombras de tamaño oscilante
se me aparecieron, juguetonas,
interactuando en la pequeña escala bonsai,
revelándome historias que quise
representar de esta manera


No solo pudimos disfrutar viendo esta preciosa exposición, además charlamos con su autor, un artista muy interesante (manuelpreto.wixsite.com/preto) que también fabrica instrumentos artesanales (tunamusicintruments@gamil.com) 


Ya la visita iba llegando a su fin, pues al entrar en el invernadero, detrás de alguna orquídea o entre las plantas exóticas  se nos quedó la mañana. Tal vez por eso con las cactáceas empezamos a sentir punzadas en el estómago, signo inequívoco de que se nos estaba pasando la hora del aperitivo.
Rápidamente le pusimos remedio con un refrigerio, que vino acompañado de patatas bravas y alioli recién hechas, en un bar de toda la vida en la calle Alberto Bosch.



Para la comida elegimos una terraza, concretamente la de Moreto, 17, justo frente a la casa en la que vivió Casona. Un menú sabroso y para los más comilones del grupo,  un tanto ligero, pero gracias a eso el café, que lo tomamos en la Puerta de Alcalá, pudimos acompañarlo con tartas; aunque ya habíamos tomado postre, a nadie le amarga un dulce y probamos tres variedades a cual más rica, que para todos gusto había; limón con merengue, frambuesa y chocolate y tatín de manzana con helado de vainilla.
Y desde allí corrimos un poco para no perder el autobús y llegar puntuales a la tertulia, pues Celia nos estaba esperando.
Más risas, cuentos, correcciones, críticas, y fotos, que era uno de los flecos que quedaban para  enviar al editor el nº 2 de la colección "Cuentos para un rato", que queremos tener en nuestras manos antes de que termine el año.

No se si fue porque era la primera salida de Taf, con la que inaugurábamos este curso; por que volvíamos a reunirnos todos después de muchos meses, o porque simplemente con estar juntos lo pasamos bien, el caso es que fue un día de lo más agradable, y en vez de regresar cansados de los largos paseos por el Botánico, volvimos llenos de energía y buen humor, que siempre viene bien. 
Un día redondo para recordar pues el otoño es una época preciosa para perderse por el Real Jardín Botánico de Madrid. Aprovechar y antes de ir visitar su página que es de lo más completa e interesante.

2 comentarios:

PILARA dijo...

Un día estupendo: el entorno, las exposiciones, la compañía... Redondo.

Federico dijo...

Día de reencuentro fantástico. Hablamos, caminamos juntos y sobre todo reímos juntos. Inolvidable. Gracias amigos tafianos.