Procedentes de unas sesenta colecciones públicas y privadas de todo el
mundo, Picasso/Lautrec reúne más de un centenar de
obras, que el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta en esta primera exposición monográfica, dedicada a la comparación de estos dos grandes
maestros de la modernidad.
Nunca antes se había confronta la obra de ambos en una muestra.
La exposición plantea, además,
nuevos puntos de vista de esta apasionante relación, pues no se limita al tópico
del joven Picasso admirador de Lautrec en Barcelona y sus primeros años en
París, sino que ha rastreado la pervivencia de esa huella a lo largo de la
dilatada trayectoria del artista español, abarcando también su periodo final.
Con apenas 19 años, Pablo Picasso
llegó a París en octubre de 1900, por entonces Henri de Toulouse-Lautrec
era un artista consagrado de
35 años, enfermo y al que le quedaba solo un año de
vida.
Curiosamente no
se llegaron a conocer personalmente, pero ambos compartieron una misma
radicalidad para romper con el arte que precedió a sus respectivas
obras.
La influencia de Ramón Casas está muy presente en esa primera etapa.
Esas afinidades han sido objeto de estudio por varios especialistas,
pero hasta ahora no habían sido plasmadas en una exposición organizadas en torno a los temas que interesaron a ambos artistas: los
retratos caricaturescos.
Toulouse se sentía muy vinculado a los personajes de los bajos fondos a los que plasmó a través de la caricatura.
Picasso caricaturizó a sus personajes en los retratos cubistas.
Toulouse se sentía muy vinculado a los personajes de los bajos fondos a los que plasmó a través de la caricatura.
Picasso caricaturizó a sus personajes en los retratos cubistas.
También le seduce del francés su ironía, su interés por los habitantes noctámbulos y el ambiente nocturno de los cafés.
Ambos se fijan en los marginados de la aunque mientras
Toulouse-Lautrec lo hace con la complicidad de quien se siente uno más entre
ellos.
Picasso se enfrenta al tema con los ojos de quien siente una curiosidad
insaciable por el mundo de la marginación, y su cruda realidad.
Nadie ha retratado a las mujeres marginales parisinas mejor que Toulouse.
Los antros de la vida nocturna sedujeron de forma muy especial a Picasso.
El universo
erótico de los burdeles atrajo a ambos artistas por la posibilidad de abordar el tema del desnudo fenemino de una manera moderna, dado que las prostitutas posaban de manera deshinibida.
La atracción visual del circo, ese mundo espontáneo y lúdico poblado por acróbatas, saltimbanquis, clowns, funambulistas, captó la atención de los pintores. De su mano esos personajes “errabundos” se hicieron un hueco dentro del arte moderno.
Los teatros y los nuevos locales de entretenimiento de las clases populares, dejaron un fantástico repertorio de imágenes de bailes excesivos, mujeres maquillas... Escenas y personajes de cabarets y cafés, del ambiente que se vivía en las noches de Montmartre.
LA MUESTRA SE PODRÁ VISITAR HASTA EL 21 DE ENERO. PARA NO PERDÉRSELA.
1 comentarios:
Después de leer esta reseña me parece una exposición muy apetecible y procuraré ir a verla. Gracias Pilar
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