LOS DOS AMIGOS
Kou
Los
dos amigos caminaban por la playa solitaria al crepúsculo. Las olas ondulantes
formaban espuma rojiza por el reflejo del soldel poniente, adormeciéndose luego
en su regreso al mar.
Siguieron
paseando por la orilla hasta el crepúsculo. Entre las dunas entrevieron una
fogata y se acercaron. Un figuraestaba atizando con ramitas el cálido fuego.
Los amigos saludaron amigablemente y el hombre los invitó a sentarse a charlar
un rato. Sacó unos vasos de plástico, sirvió vino y entablaron una amistosa
conversación. Siguieron charlandoun buen rato y ellos le contaron de su vida y
sus vacaciones en la isla. El hombreles
dijo que iba a relatarles una curiosa historia.
Eran dos jóvenes de vacaciones enuna
isla, venían con intención de hacer trekking
y se habían instalado en el hostal del muelle. Uno de ellos era médico y el
otro informático. El primer día salieron a hacer una marcha por las colinas de
los alrededores; a la caída del sol salieron a pasear por la playa antes de
cenar. Se encontraron con un parroquiano muy afable con el que enseguida
entablaron animada charla y este los invitó a tomar unos vinos.
Los
dos amigos se miraron perplejos, el hombre parecía estar repitiendo lo que ellos
le habían comentado entre vino y vino. Sonrieron burlonamente y se lo
recordaron. El hombre, con una sonrisa, les dijo que no había terminado el
relato y continuó…
Los dos muchachos intentaron despedirse
del parroquiano. Al levantarse, se dieron cuenta de que se tambaleaban y no
atinaban a caminar derechos; no se habían dado cuenta de que el vino había sido
alterado.
El hombre que, astutamente, se había
escapado del psiquiátrico, tomó un cuchillo de buen tamaño que tenía guardado
detrás y lo empezó a acariciar. Ellos intentaron levantarsetorpemente pero no
pudieron escapar, el hombreles hundió el cuchillo en el corazón y, afortunadamente,
cayeron muertos juntos…
Fin de la historia!
Los
dos amigosno daban crédito a lo que oían y lo miraron espantados, sus mentes
estaban nubladas por el vino adulterado. Trataron de ponerse en pie dando
tumbos y gritando pero el hombre, con una mueca siniestra, les hundió el
cuchillo en el corazón. Ellos, con los ojos desorbitados ylas manos cubriendo pudorosamente
las heridas, fueron dejando un reguero de sangre que las dunas se tragaron
codiciosas y fueron a caer entre montículos de arena sempiterna y ajena a la
muerte.
Fin
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