FALLO JUEGO DEL VERANO, CONCURSO SOL-MAR

 









El pasado miércoles, con todas las medidas necesarias y cumpliendo con las directrices actuales respecto a las reuniones, nos encontramos un reducido grupo de los integrantes de TAF para conocer el fallo del Juego del Verano, Concurso SOL-MAR, en una terraza de nuestro barrio.


Marisol Mariño, de quien partió la idea de organizar este Juego, cuyas votaciones se han realizado entre los miembros del Colectivo "Tirarse al Folio", sin conocer quien era el autor de cada micro-relato, nos leyó el fallo, siendo el más votado "LOS AMANTES DEL MERIDIANO", escrito por PILAR UGARTE MUÑOZ, con el que consiguió el premio, y podéis leer a continuación.

   

LOS AMANTES DEL MERIDIANO

 Nos gusta callejear por el barrio.

Un grupo de amigos jalean al colega que se marca las mejores contorsiones del Hip-Hop. Un conductor insiste en tocar el claxon para alejarlos de la calzada y los jóvenes le abuchean.

Una parejita, en lo oscuro, apura el tiempo abrazándose antes de separarse; ella sale del coche le lanza un último beso y se apresura a entrar al portal.

El camello que vende su mierda en la esquina de la calle Paraíso con Espejismos le pasa una dosis a un cliente que, ansioso, se resguarda en un rincón del callejón para colocarse; el temblor de los dedos, blancos y helados, apenas le permiten chutarse. Desde la acera le observa la mujer del vestido rojo con girasoles estampados; ¡qué desperdicio de vida!, murmura.

Así son las noches en nuestro barrio del Meridiano, ¿peor que otros? Puede. Pero nos gusta. 

                          Pilar Ugarte


Los siguientes más votados fueron: "CRIMEN SIN RESOLVER", de Graziela E. Ugarte; "UNA MUJER SENTIMENTAL" de Begoña Antonio Vallejo y "CUATRO ATAÚDES BLANCOS", de Carmen Baranda, que consiguieron el mismo número de puntos, y también  podéis leer seguidamente.

 CRIMEN SIN RESOLVER

Hace tiempo que estoy en la estantería de libros que nadie mira.  Fue una mujer la última en sostenerme entre sus manos. Sentí el temblor de los dedos helados en mi cubierta roja.  Me hojeaba muy rápido. Se detuvo, puso una marca con palabras escritas en un papel que me resulta ajeno, muy molesto, y me dejó en mi sitio.

Soy optimista y pensé que volvería para saber qué pasa con mis tres personajes y como mataron al pianista ciego.

Ella no ha vuelto y nadie más me ha tocado hasta hoy.  Unas manos enormes me llevaron directamente a caja, sin ojearme.

Dentro de una bolsa me sentí en el paraíso. Duro poco mi alegría, me revisó hasta que encontró el papel, después me abandonó en un banco.

Seguro que aquí alguien descubre el asesino que llevó a cabo un crimen casi perfecto. No pierdo la esperanza.

Graziela E. Ugarte.


UNA MUJER SENTIMENTAL

Antonia se siente vieja buscando discos de Olga Guillot para animarse.

“Bravo permíteme aplaudiiirrr por la forma de heriiirrr, mis sentimientooosss”

Canta desgarrada la cubana.

Va a la fresquera saca melocotones y empieza a preparar la sangría.

Antonia recuerda lo sentimental que se ponía su madre con los boleros y sobre todo con las rancheras; llenas de amantes ciegos de amor y odio a partes iguales.

Siente el temblor. Deja el cuchillo y busca una banqueta. Los últimos meses han sido malos, el médico no sabe qué recetarle.

“Con tres palabras te diré todas mis cosaaassss, cosas del corazoonn que son preciosaasss”.

Antonia se abanica, le vuelven los recuerdos, siempre su madre, la mujer sin amigos, sin familia, solo nosotras, la huerta y el mercado. Un día tormentoso salió temprano, nunca volvió a verla. Alguien dijo que se la encontró por el meridiano, quién sabe.

Al poco empezaron los temblores.

Begoña Antonio Vallejo


 CUATRO ATAÚDES BLANCOS

Las noticias volaron por todos los pueblos. Últimamente el tiempo no tenía piedad. Jamás se había llevado el agua a cuatro inocentes mientras dormían. Eso decían los más viejos, los que habían conocido las peores riadas.

Yo estaba vendiendo girasoles en el mercado cuando me enteré. Cogí la bicicleta y salí disparado hacia mi casa. Subí corriendo la escalera y sí, era cierto, allí estaban mis padres, llorando a mis cuatro hermanos pequeños. Solo yo me había salvado. Me acerqué a los ataúdes de los niños, hice la marca de la cruz sobre sus frentes y me senté junto a mis padres.

Amigos y familiares nos mostraban su afecto, aunque apenas escuchábamos sus palabras

Mi tía Rosa se presentó con un puñado de melocotones recogidos en su delantal, los dejó sobre la mesa. Me quedé mirándolos. Tenía hambre. Yo no era un héroe y rompí a llorar. 

Carmen Baranda


Como veis, hemos seguido trabajando durante el verano y pensamos continuar escribiendo, aunque no podamos celebrar nuestras tertulias semanales de la forma en la que veníamos haciendo desde hace ya varios lustros, pero hay que adaptarse y estamos buscando otras formas de continuar en estos tiempo complicados. 

 

1 comentarios:

tafpilar dijo...

Ha sido muy entretenido el concurso y todos los micros estupendos.