Onírico es una palabra que siempre me ha gustado. Es eufónica, redonda, con sonoridad y, más importante, trae a la imaginación todo tipo de posibilidades. Así es, pues en los sueños caben todas las posibilidades. Los sueños son ambivalentes como objeto de reflexión. Por una parte consisten por si mismos en cosas irreales, imposibles. Por otra parte son, en muchísimas ocasiones, el motor de la realidad.
Si les hablo ahora de los sueños es porque Mª José, la autora del libro que estamos presentando, confiesa que sus narraciones son sueños (al menos en parte). De ahí la pregunta ¿No es todo sueño en parte? Espero no dormirles con estas elucubraciones por otra (¿Otra más?) parte.
A veces se describe a la realidad y los sueños como mundos fronterizos. Mundos separados por una frontera difusa. Una infinita gama de grises. Me permito abusar de su paciencia leyéndoles las primeras líneas de un relato que nunca termine, habla de fronteras.
“Teníamos una casa en los bordes del mundo. El universo enorme se extendía tras aquellas praderas. A veces llegaban forasteros que venían de más allá. Llegaban sobre extrañas monturas trayendo mercancías más extrañas aun. Y cantaban canciones que sonaban distintas, ritmos diferentes a cuanto yo conociera. Palmeándose los muslos y silbando entre dientes cantaban con palabras de lenguas que nadie oyó jamás.Venían de uno en uno, a veces dos o tres, montando en animales de distintos aspectos: algunos como tigres y otros como aves, algunos como lagartos y otros como ratas.
Traían en las alforjas mercancías preciosas: la piel del pluma blanca, el cuerno del demonio de las nieves, los dientes retorcidos de los lobos acuáticos y los aromas dulces de aceite de sirena.”
Como metáfora del país de los sueños no esta mal. Vivimos en las fronteras de ambos mundos: la realidad (si es que existe) y los sueños (que parecen reducirse al pequeño universo interno de nuestra mente). Estos mundos se influyen mutuamente en múltiples y, a veces, inquietantes, maneras.
La esperanza, el sueño del hombre despierto, es el motor de nuestras vidas. Ese motor se alimenta de sueños. La realidad y los sueños no son tan distintos como podría creerse. Nadie es nada sin sueños y solo con sueños no se es nada. No se consigue nada que no se haya soñado antes. Pero cualquier sueño es posible y cualquier posibilidad es imposible si no puede ser soñada.
Los mensajeros del país de más allá de la frontera de la consciencia son extraños, maravillosos y, a veces, terroríficos ¿Tendríamos miedos y esperanzas sin sueños?
Si, por otra parte, nos adherimos a la evidencia empírica esa interpretación del cambiante e incomprensible Universo que constituyen los sueños ayuda a vivir. Algo tan relativamente poco poético como la pervivencia de las especies o la supremacía de unas sobre otras puede ser achacado a los sueños. Arsuaga asegura que la prevalencia del Cromañon sobre el Neandertal se debió a la existencia entre estos últimos de un sistema de creencias transcendentes sobre las que apoyarse.
“Es posible que los neandertales no tuvieran el mismo tipo de mente, y que no utilizaran los símbolos para expresar emociones en la misma medida que nosotros lo hacemos. Por eso tal vez no desarrollaron el arte, aunque no se puede descartar que lo hicieran en soportes que no se conservan, como su propia piel. Pienso que los neandertales enterraban a sus muertos, pero dudo que formaran grupos étnicos. Imagino sus grupos más basados en la biología y en el parentesco que en las creencias compartidas y en los mitos comunes. Nuestra capacidad de transcender lo biológico a la hora de asociarnos es insólita en el mundo animal, y podría ser una peculiaridad exclusivamente “cromañona”. Que el cemento de unión entre individuos pertenezca al terreno de lo irreal, de lo imaginario, es, si se mira bien, delirante. ¿Pero qué son los grupos étnicos sino delirios, a veces buenos y en ocasiones malos, basados en el mundo mágico de lo que no puede experimentarse, de lo que es completamente inmaterial? Y así se da el caso de que nos unen más los mitos que los genes.”
(http://www.atapuerca.tv/cuaderno/index.php?cuaderno=15,
Consultado el 27-11-09)
La enteogénesis, el deliro buscado, como forma forzada del soñar, esta tan relacionada con el mundo invisible, como con el origen de todas las religiones. Especialmente de las antiguas religiones naturales. En cualquier caso lo cierto es que el país del sueño se extiende desde vuestra almohada hasta los últimos confines del Universo. El país de los sueños se extiende hasta el más lejano y dorado de los horizontes, hasta el horizonte del futuro, hasta el horizonte de lo imposible. Es de ese territorio lejano y, a la vez, cercano del que nos hablan los relatos del libro. Espero que disfruten de estos relatos y, también, de sus propios sueños.
Mª Luisa Paramio Bacho.
3 comentarios:
Una presentación amena, interesante, instructiva, y un lujo escucharte.
Gracias
La verdad es que, dsespués de leer esta presentación, apetece mucho sumergirse en ese sueño olvidado. Los sueños es todo lo que nos queda una vez roto el sueño.
Me encantó la disertación sobre los sueños. Un prólogo estupendo para un libro bonito.
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